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Temor por el posible aumento de la plaga de avispa asiática en Galicia

nido de avispa asiática en árbol

8 Enero, 2015

Recientemente se han hallado en distintos municipios de la comarca coruñesa de As Mariñas varios nidos activos de la invasora avispa asiática (Vespa velutina). La noticia ha sorprendido a los apicultores gallegos, que muestran una gran preocupación por lo que puede suponer un aumento de la incidencia de esta plaga en la producción de las colmenas de esta temporada.

Y la sorpresa es comprensible, teniendo en cuenta que en esta época del año todos los nidos deberían encontrarse abandonados. Según la experiencia que se tiene del ciclo de estos himenópteros invasores en Francia, sólo sobreviven al invierno las nuevas reinas fundadoras, que permanecen en diapausa refugiadas en huecos de árboles, agujeros u hojarasca; a la espera de la llegada del buen tiempo, para comenzar la construcción de un nuevo nido.

Sin embargo, en el municipio de Oleiros y en el concello de Sada se han encontrado, en plena época invernal, varios nidos en los que se puede observar la entrada y salida constante de obreras. Este hecho, hasta ahora desconocido, ha sembrado el desconcierto en los apicultores locales, a los que inquieta que esto pueda significar el desarrollo de varias generaciones de reinas en un mismo año, con el consecuente aumento poblacional.

Ya habíamos hablado anteriormente de la avispa asiática, originaria del sudeste asiático y que hizo su aparición en España en el año 2010. Se trata de un avispón de gran tamaño, de 17 hasta 32 mm de longitud, que se distingue del resto de avispas autóctonas por su tonalidad oscura. Poseen el tórax marrón negruzco, con segmentos abdominales marrones y unas finas bandas amarillas. El cuarto segmento del abdomen es casi por completo amarillo anaranjado y los extremos de las patas son amarillos.

Otra característica diferencial son sus nidos, construidos con pasta de papel, generalmente esféricos o con forma de pera, de unos 40 cm, pero pudiendo llegar a superar el metro de diámetro. Los localizan preferentemente en árboles altos de frondosas y en ocasiones en aleros, chimeneas y otras construcciones humanas.

Con respecto a su ciclo, no se diferencia demasiado del resto de avispas sociales. Tras el invierno, desde febrero a abril, las reinas supervivientes buscan un lugar adecuado para fundar una nueva colonia. A partir de este momento, construyen el nido, realizan la puesta de huevos y cuidan de las nuevas crías. Según las obreras van naciendo, la reina abandona sus funciones previas y se dedica en exclusiva a la puesta. Las obreras se encargan por tanto del cuidado y la defensa del nido, la búsqueda de alimento y la alimentación de las crías y de la propia reina. A partir del mes de septiembre, la reina realiza una puesta especial de la que nacen machos y futuras reinas. Los machos fecundan a las nuevas reinas, que abandonan el nido buscando refugios para hibernar y reiniciar el ciclo.

En cuanto a su alimentación, los adultos necesitan néctar y frutas maduras, mientras que las crías comen preferentemente insectos. Es aquí, por tanto, donde provocan el mayor daño, siendo especialmente agresivas con las abejas, a las que depredan activamente.

Para su control se deben eliminar los nidos, al amanecer o anochecer, puesto que se trata de avispas diurnas; y siempre que se realice por personal especializado y convenientemente protegido. Para su detección se pueden emplear trampas de captura. El control biológico lo realizan los mismos depredadores naturales que para las avispas autóctonas (alcaudones, abejeros europeos, abejarucos, urracas, etc.).

Al ser una especie de reciente aparición en nuestro país, son muchas las incógnitas que hay sobre el comportamiento futuro de este insecto invasor, por lo que deben emplearse todos los recursos necesarios para ampliar el conocimiento de esta plaga y la aplicación de las técnicas más adecuadas para su gestión. 

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