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12 Marzo, 2024
La de los insectos y los humanos es una relación que tiene millones de años de historia, aunque no siempre ésta sea positiva. Pero más allá de las plagas, en esta sección hemos demostrado muchas veces la importancia que tienen estos artrópodos en la naturaleza, además de los grandes servicios y la utilidad que pueden aportar a los seres humanos. La ciencia se aprovecha de eso, de tal forma que los insectos suelen ser protagonistas de múltiples investigaciones, algunas de las cuales tratan de descifrar enigmas propios de las personas. Es lo que ha ocurrido con un reciente trabajo científico que trata de relacionar dos procesos que, a priori, no parecen estar relacionados: la metamorfosis de los insectos y la adolescencia humana.
Es sabido que la masa corporal, en cualquier animal, desempeña un papel fundamental en la transición de la fase juvenil a la fase adulta. Esto es así tanto en insectos como en humanos. La razón es bastante clara, puesto que alcanzar un nivel de reservas energéticas adecuado es vital para poder desarrollar con éxito la reproducción. De esta forma, llegar a un peso mínimo determinado desencadena, gracias a la secreción de hormonas esteroideas, la metamorfosis en los insectos y la pubertad en los seres humanos. Sin embargo, hasta ahora se desconocía las señales concretas que conectan la masa corporal con la pubertad y la metamorfosis. En este sentido, una investigación científica liderada por el Instituto de Biología Evolutiva (IBE – CSIC Universidad Pompeu Fabra) trata de desentrañar los procesos moleculares que vinculan la masa corporal con la descarga hormonal que inicia la metamorfosis y la pubertad. Los resultados de este estudio han sido publicados en un artículo de PLOS Genetics.
En la citada investigación, los científicos manipularon diversas rutas de señalización en el escarabajo de la harina (Tribolium castaneum), empleado como insecto de estudio. Así, pudieron comprobar como al inactivar la vía TGFß (Transforming Growth Factor beta en inglés) las larvas del escarabajo eran incapaces de iniciar la metamorfosis, de tal forma que permanecían en estado juvenil hasta su muerte. Una vez identificada la ruta implicada, faltaba conocer el factor concreto que activa esta vía, en el momento en el que la larva de insecto ha alcanzado su peso crítico. Los investigadores encontraron que dicho agente era la miostatina, un factor de crecimiento que se origina durante el desarrollo de los músculos, la cual actúa como activador de las vías que desencadenan la metamorfosis al alcanzarse la masa corporal óptima. Por tanto, la miostantina es el nexo de unión que induce la producción de esteroides, puesto que avisa al cuerpo del insecto de que ya ha alcanzado un peso óptimo y que cuenta, en este punto de su ciclo biológico, con las reservas energéticas suficientes para iniciar la metamorfosis.
Los investigadores creen que las vías de señalización que terminan desencadenando la metamorfosis son las mismas que poseemos los seres humanos para dar inicio a la pubertad. Desde luego que el peso corporal es clave en el inicio de la transición hacia la etapa adulta. De hecho, enfermedades y trastornos relacionados con la alimentación, como puede ser la anorexia o la obesidad, pueden retardar o acelerar, respectivamente, el inicio de la adolescencia. Por ello, los autores del estudio piensan que los resultados obtenidos pueden ser un fiel reflejo de nuestra propia adolescencia y abrir así posibles investigaciones futuras acerca de la salud humana.