Polémica fumigación de los montes del suroeste madrileño

27 Octubre, 2014

Asociaciones de vecinos, científicos y agrupaciones ecologistas han intentado paralizar las labores de fumigación aérea de unas 1500 hectáreas de pinares situadas en el suroeste de la Comunidad de Madrid.

La actuación tiene como objeto combatir la plaga de procesionaria del pino que al parecer, y según han justificado las autoridades, presentaba unos niveles de población por encima de lo normal en esta época. El tratamiento consiste en la pulverización aérea de diflubenzurón, insecticida para el control de orugas y otras larvas, puesto que interfiere en el metabolismo de la quitina, componente principal del exoesqueleto de los artrópodos, impidiendo el proceso de muda y provocando en definitiva la muerte de los individuos.

A pesar de la fuerte oposición, las labores de fumigación se han llevado a cabo estos días en montes públicos de los términos municipales de San Martín de Valdeiglesias, Navas del Rey y Pelayos de la Presa. Esta área está catalogada dentro de la Zona de Especial Protección de los ríos Alberche y Cofio.

El principal argumento que se esgrime en contra de esta actuación es la poca selectividad del tratamiento empleado. Al ser el biocida usado un inhibidor del desarrollo de los artrópodos, no sólo va a verse afectado el organismo plaga, sino también el resto de insectos, arácnidos, crustáceos y miriápodos que se encuentren en la zona. Hay que recordar que también hay especies de insectos protegidas según la legislación madrileña. Además, se verían perjudicados numerosos mamíferos, aves, reptiles y anfibios que verían reducidas sus fuentes de alimento. Por otro lado, la ausencia de depredadores tendría como consecuencia el aumento de los problemas de plagas en temporadas posteriores, con el consecuente mayor gasto en los tratamientos para su control.

En principio, el diflubenzurón no es una sustancia que afecte a la salud de las personas, aunque los vecinos han manifestado su preocupación ante la ausencia de información al respecto, más teniendo en cuenta que nos encontramos en una época del año de gran afluencia forestal, con actividades como la caza, la recolección de setas o el senderismo.

El ciclo de la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) comenzó en los meses de verano con la aparición de los adultos y su reproducción, que conlleva el rápido depósito de huevos en las acículas de los árboles. A estas alturas del año, nos encontramos con las orugas prácticamente en su fase larvaria número 3, preparadas para la construcción de sus típicos bolsones.

El momento más adecuado para la realización del tratamiento fitosanitario es con la aparición de las primeras orugas, puesto que en las dos primeras fases larvarias son más susceptibles a la acción de los biocidas. Por tanto, parece lógico pensar que la ejecución del tratamiento se ha planteado tarde, debiéndose haber iniciado previamente para aumentar su grado de eficacia. Por otro lado, el método de aplicación tampoco parece el más idóneo, puesto que supone una gran dispersión del producto y un mayor impacto en el entorno.

Como tratamientos alternativos pueden citarse el empleo de insecticidas microbiológicos con Bacillus thuringiensis; de otros patógenos como el hongo Beauveria bassiana; el control biológico mediante parasitoides de huevos (Oonencyrtus pityocampae), crisálidas (Villa brunnea) o larvas (Phryxe caudata); y las medidas culturales como el uso de trampas de feromonas, la destrucción de bolsones o de las colonias de enterramiento. Por supuesto el mantenimiento de la biodiversidad asegurará en los pinares una variada colección de predadores que mantendrán a raya a esta especie.

Una vez más se demuestra que una buena planificación y previsión en las labores de control de plagas, con la aplicación de diferentes métodos, es esencial para obtener buenos resultados y ahorrar costes futuros.

Recordamos que Biodal Control Ambiental ofrece, entre sus servicios, la realización de tratamientos fitosanitarios. 

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