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La introducción de especies invasoras no es un fenómeno exclusivamente moderno

En el pasado, se introdujeron intencionadamente especies hoy consideradas invasoras

15 Julio, 2022

La introducción de especies exóticas invasoras es uno de los problemas ambientales más graves en la actualidad, provocando graves daños, no sólo a nivel ecológico y económico, sino también afectando seriamente a la salud pública. Es fácil, por tanto, llegar a pensar que es un fenómeno nuevo, fruto de la presente y creciente globalización. No es así. A lo largo de la historia de la humanidad, la introducción de especies exóticas ha ocurrido, en mayor o menor grado.

Por un lado, las introducciones accidentales siempre han existido y son parte de la historia humana desde que las personas comenzamos a poder viajar a grandes distancias. Es el caso de algunas de las especies plaga más características como la rata negra (Rattus rattus) o la rata parda (R. norvegicus). Ambos roedores, procedentes de Asia, fueron expandiéndose por el mundo, alojadas en las bodegas de los barcos, hasta convertirse en plagas cosmopolitas. Algo parecido sucedió con el ratón casero (Mus musculus), que el ser humano terminó introduciendo en América, África subsahariana, Australia o múltiples islas oceánicas. Las diferentes plagas de cucarachas que sufrimos en la actualidad también son consecuencia de este tipo de liberaciones.

Sin embargo, no todo han sido introducciones accidentales. Un estudio liderado por la Estación Biológica de Doñana-CSIC ha revisado una gran cantidad de documentación histórica original y trabajos previos de historiadores para poder reconstruir las causas y razones que llevaron a la introducción en la Península Ibérica, de algunas especies exóticas como el lucio, la carpa o el cangrejo de río. La documentación extraída de estos documentos históricos permite, según sus autores, conocer una perspectiva a largo plazo del fenómeno de las invasiones biológicas, muy útil a la hora de desentrañar todas sus fases. Es cierto que las introducciones antiguas son difíciles de estudiar, sin embargo, en ocasiones existe un buen registro documental que las describe. Es el caso de las que se realizaron a lo largo del Siglo XVI en la corte de Felipe II, bases de esta investigación.

El estudio ha podido comprobar como Felipe II, siendo príncipe heredero, quedó impresionado con muchos elementos de la jardinería centroeuropea, por lo que decidió incorporar muchos de esos usos a los exteriores de los Sitios Reales. La abundante documentación generada por la Corte de Felipe II, conservada tanto en archivos nacionales como internacionales, ha permitido reconstruir las introducciones de fauna acuática con bastante precisión temporal y espacial. Los documentos muestran que las negociaciones comenzaron entre 1562 y 1563, en las que se pretendía importar carpas y lucios, en un primer momento desde Flandes. Rechazada esta opción por dificultades logísticas, Francia fue la ubicación elegida. Hubo dos intentos, en primer lugar en 1564, cuando se introdujeron carpas y lucios en el estanque del Monasterio de San Juan, en Burgos. Un año después, en 1565, se importaron y liberaron lucios, carpas y tencas en la Casa de Campo.

Pero Felipe II también deseaba incorporar a sus jardines privados cangrejos de río, algo que no pudo hacer desde Francia. Pasadas dos décadas, en 1583, consiguió importar cangrejos de río desde la Toscana de los Medici. Como recordamos, el considerado cangrejo de río autóctono en España (Austropotamobius italicus), ya fue catalogado como una especie introducida por otro estudio realizado por el CSIC.

El resultado de estas introducciones deliberadas fue desigual, según muestra la investigación. En el caso de los lucios, al principio resultó un éxito, pero la especie no consiguió establecerse a largo plazo. Otros reyes posteriores, como Felipe V, volvieron a realizar importaciones de estos peces hasta los Reales Sitios, sin ser capaces de generar poblaciones sostenidas. La presencia actual del lucio en España tiene su origen en 1949, con introducciones realizadas por la administración franquista, también en antiguos terrenos reales como Aranjuez. Por el contrario, la carpa sí fue capaz de establecerse desde un primer momento, aunque su expansión por territorio ibérico fue lenta, debido en parte a que nunca tuvo aquí tradición culinaria, como sí ocurre en Centroeuropa. Con respecto al cangrejo de río, el estudio reconoce que no se sabe mucho acerca de cómo este crustáceo pasó de ser una exclusividad de la corte, a un popular bocado.