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Insectos beneficiosos para el ser humano (I)

Insectos beneficiosos para el hombre como el gusano de seda.

12 Octubre, 2017

Los insectos, nos gusten o no, son los animales más abundantes del planeta y cumplen un importante papel en los ecosistemas. Sin embargo, la sociedad moderna suele asociar casi siempre su presencia con aspectos negativos (daños materiales, peligro para la salud, repulsión, etc.). En realidad, del más de millón de especies de estos artrópodos que se conocen actualmente, sólo una pequeña parte puede constituir plaga para el ser humano. Es más, hay algunas especies que incluso pueden proporcionarnos cuantiosos y variados beneficios. Por eso, en el presente artículo vamos a desviarnos un poco de la temática general que solemos tratar en este blog, recogiendo algunos ejemplos de estos insectos beneficiosos para el hombre.

En primer lugar, diferenciaremos a estos “bichos buenos” en dos grandes grupos. Por un lado, veremos algunos de los insectos cuyo aprovechamiento se obtienen a partir de su consumo directo o bien de los productos que se derivan de ellos. Por otro lado, hablaremos de aquellos que nos reportan importantes beneficios a través de su propia actividad.

Dentro del primer grupo, hay ciertas “utilidades” de algunos de estos artrópodos de las que ya hemos hablado en varias ocasiones en esta sección. Por un lado, están todos aquellos insectos que se emplean en alimentación. Más allá de una tendencia actual y futura, diversas poblaciones humanas tienen incorporados culturalmente en su dieta a los insectos. Se calcula que unas 500 especies diferentes, pertenecientes a 70 familias distintas, son comestibles. Éstos aportan una importante fuente de proteínas a poblaciones situadas principalmente en África, Asia, Australia y América del Sur. También hemos hablado de las cochinillas del carmín (Dactylopius coccus) o de los insectos criados para alimentación animal o como cebos de pesca. Por supuesto no hay que olvidar a las abejas, a las que citamos aquí pero cuya importancia merece un artículo aparte.

Hay que tener en cuenta que el 10% del peso seco de un insecto es quitina, componente principal del exoesqueleto de los artrópodos. Esta sustancia no puede ser digerida por el ser humano. Sin embargo, también se puede aprovechar. El quitosano o chitosán es un compuesto derivado de la desacetilación parcial de la quitina. El producto se emplea en medicina al ser un eficiente agente hemostático para la reparación de tejidos. También tiene capacidad de reducir el colesterol en sangre, es un anticoagulante e inhibe el crecimiento de hongos y nematodos patógenos. Por esto último es empleado en el mantenimiento de cultivos. El quitosano también tiene su aplicación en la industria, como componente biodegradable y sustitutivo de los plásticos.

Al igual que ocurre con la apicultura, la industria de la seda es una actividad humana milenaria. Esta fibra natural es producida por las larvas (orugas) del popularmente conocido como gusano de seda (Bombyx mori). Esta especie, originaria del norte de Asia, no se encuentra actualmente libre en la naturaleza, sólo en cautividad. En China se conoce desde hace unos 4.600 años, pero durante siglos su origen y producción no fueron revelados a Oriente, manteniéndolos en secreto para poder comerciar. En España se desarrolló una importante industria a lo largo del siglo XIX. La seda es producida por un par de glándulas asociadas a la boca de las larvas. Con ella, las orugas fabrican los denominados capullos, que en realidad son la fase de pupa de esta mariposa. Para poder obtener la fibra, debe someterse a los capullos a temperaturas entre los 80 y los 85ºC. Como dato curioso indicar que para producir 1 kg de seda son necesarios unos 6.000 de estos capullos.

Kerria lacca es otra especie de las llamadas cochinillas, hemípteros de la Superfamilia Coccoidea, de las que puede obtenerse un producto con utilidad industrial. Se trata de la goma laca, una sustancia orgánica que se obtiene de la secreción resinosa del pequeño insecto, originario del sudeste asiático. Conocida también desde la Antigüedad, la aplicación más frecuente es el tratamiento final de las superficies de madera en muebles e instrumentos musicales. Puede ser empleada para impermeabilizar superficies porosas o como capa aislante en pintura artística. La industria farmacéutica la emplea para proteger a los medicamentos durante el tránsito por el tubo digestivo y en la agricultura para la protección de determinados frutos.

Para terminar, citaremos que las agallas, estructuras defensivas inducidas por determinados insectos en árboles y plantas, pueden recolectarse y comercializarse para la obtención de taninos, empleados en el curtido de pieles o en la fabricación de tintes.