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El cambio climático y las plagas amenazan las uvas de Nochevieja

Variedad de uva de mesa en la región del Vinalopó

19 Noviembre, 2015

Que los efectos del cambio climático ya están notándose, es algo sobradamente conocido. Y uno de los sectores más afectados por el calentamiento global es el de la agricultura. Un ejemplo claro lo encontramos en la región alicantina del Valle del Vinalopó. Esta zona se caracteriza por presentar unas condiciones de humedad y temperatura únicas en Europa que propician el retraso en la maduración de las uvas. Por ello, la mayor parte de los doce frutos de la suerte que se consumen en España para dar la bienvenida al año, proceden de este territorio. Sin embargo, las variaciones del clima pueden poner en peligro esta tradición.

En la actualidad, en el Valle del Vinalopó, como en el resto del Mediterráneo, las temperaturas propias del verano se han extendido hacia la primavera y el otoño; y las lluvias son más escasas y concentradas en el tiempo, lo que afecta irremediablemente al cultivo. Los agricultores aseguran que las altas temperaturas de la época otoñal hacen que la uva madure antes, por lo que cada vez tienen más dificultades para aguantarlas en las vides hasta la Navidad. Por otro lado, las intensas lluvias concentradas, unidas al calor, provocan que la fruta se pudra, echando a perder muchas cosechas. Lejos de ser un episodio puntual, propio de una mala campaña, se ha comprobado que estos fenómenos son debidos a un patrón de calentamiento bien definido y contrastado desde hace décadas. Y la situación puede empeorar si no se corrigen las causas que lo provocan, según predicen los distintos modelos climáticos.

Pero el calentamiento global también lleva asociado un aumento en la incidencia de las plagas, tal y como hemos visto en anteriores artículos. Los inviernos cada vez más suaves prolongan la vida de los organismos plaga, que no mueren por las heladas, por lo que no hay un control natural. También ha aumentado el número de especies nocivas distintas que afectan a este tipo de cultivo, lo que ha provocado el incremento del gasto en productos fitosanitarios.

El catálogo de especies plaga que puede afectar a las vides es variado. Desde ácaros como Tetranychus urticae, pasando por coleópteros como Haltica ampelophaga o Anoxia australis; dípteros como Drosophila suzukii o la conocida mosca mediterránea de la fruta (Ceratitis capitata); hemípteros heterópteros como Nysius ericae; hemípteros estenorrincos como Aphis gossypii; lepidópteros del género Agrotis o la denominada piral de la vid (Sparganothis pilleriana); o tisanópteros como Frankliniella occidentalis.

Una de las plagas que más problemas está causando esta temporada es el llamado vulgarmente como mosquito verde (Empoasca lybica y otras especies); aunque en realidad se trata de un cicadélido (hemíptero auquenorrinco). Este insecto se alimenta succionando las nerviaciones de las hojas hasta alcanzar los vasos conductores. Aquí, su saliva los obstruye, interrumpiendo la circulación de la savia. Los márgenes de las hojas amarillean, tomando un color pardo para finalmente secarse. La extensión de las manchas conduce a la caída de las hojas, disminuyendo la producción y el grado alcohólico, y debilitando a las cepas. En la presente campaña los daños por el mosquito verde pueden afectar al 15% de la cosecha.

En definitiva, nos encontramos con un nuevo ejemplo de que el cambio climático no sólo es una teoría científica sino un fenómeno global que está ocurriendo, y cuyas consecuencias se manifiestan continuamente, afectándonos en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. 

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