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Pruebas de que el calentamiento global favorece a las plagas

El calentamiento global reduce el control de los parasitoides de una especie de cochinilla

26 Noviembre, 2014

Que el cambio climático y su asociado calentamiento global provocarán una mayor incidencia de los problemas de plagas, es algo conocido desde hace tiempo. Pero recientemente se ha llevado a cabo una investigación que viene a corroborar dicha afirmación y pone de manifiesto una de las formas concretas en las que esto puede ocurrir.

Expertos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (NCSU) han demostrado que algunas plagas de insectos prosperan y se desarrollan mucho mejor en ambientes cálidos como los que proporcionan las ciudades. Y no sólo lo hacen por encontrar unas condiciones ambientales favorables, sino también por la limitación del impacto de sus parasitoides, que normalmente ayudan a mantener bajo control las poblaciones de estos insectos plaga. Esto se produce por un fenómeno conocido como “desajuste fenológico”, en el que el calendario de las etapas de vida de un organismo cambia en relación con el de las etapas de vida de otras especies asociadas.

En concreto, estudiaron los efectos de las altas temperaturas en el desajuste de los ciclos de una especie de cochinilla (hemíptero de la familia Coccidae), la denominada Parthenolecanium quercifex, plaga arbórea, con respecto a tres avispas parasitoides de la misma.

Las avispas parásitas depositan sus propios huevos en el interior de las hembras de P. quercifex, los cuales permanecen latentes en su interior durante todo el invierno. Estos eclosionan normalmente coincidiendo con el inicio del ciclo reproductivo de su hospedador. De esta forma, las larvas de avispa comienzan a alimentarse del interior de la cochinilla, la cual se va debilitando, afectándola de forma significativa y ocasionando una menor producción de huevos.

Lo que los científicos han descubierto es que, debido a las cálidas temperaturas urbanas, el ciclo de P. quercifex se adelanta y comienza a principios de año, mientras que las especies parásitas de estos insectos todavía no se encuentran desarrolladas. El resultado es que las cochinillas pueden poner mayor cantidad de huevos, lo que se traduce en un aumento poblacional.

Tal es así, que aquellos insectos plaga recolectados en el estudio en lugares más cálidos, con menos árboles y más superficies pavimentadas, produjeron el doble de huevos que aquellos capturados en emplazamientos más fríos, con gran cantidad de follaje y menor proporción de asfalto.

Las larvas de avispa, por tanto, no se ven afectadas en ningún caso, pero las temperaturas cálidas hacen que su impacto en las poblaciones de cochinilla sea significativamente menor. Los autores creen que estos resultados, obtenidos en un ambiente urbano, pueden extrapolarse al medio en general, y son un buen reflejo de lo que el cambio climático puede provocar en las poblaciones de organismos plaga. Y es que millones de años de co-evolución, que han llevado a una especie a sincronizar su ciclo con el de otra especie de la cual se alimenta, en un claro ejemplo de control biológico, pueden verse alterados en poco tiempo por aumentos súbitos de la temperatura global.

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