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Se multiplican los avisos por presencia de enjambres de abejas

Apicultor retirando un enjambre de abejas en una plaza

21 Mayo, 2015

De todos es sabida la importancia tanto económica como ambiental que tienen las abejas (Apis mellifera). No sólo son el pilar básico de la apicultura y del posterior comercio de los productos derivados de su actividad, sino que desempeñan un papel esencial como polinizadores, tanto de formaciones vegetales naturales como de cultivos. Sin embargo, en determinadas ocasiones pueden originar molestias y provocar situaciones de peligro para las personas.

Hace unos días, presenciamos una imagen que no por llamativa deja de ser relativamente habitual en nuestros pueblos y ciudades por estas fechas. Nos encontrábamos en la localidad almeriense de Mojácar cuando al pasar por la Plaza del Ayuntamiento nos topamos con la situación que se recoge en la fotografía que encabeza este artículo. Un enjambre de abejas había decidido instalarse en uno de los árboles ornamentales de dicha plaza, frecuentada por numerosos vecinos y turistas, con el riesgo añadido de que en la plaza se ubica la terraza de un restaurante. Por ello, se había avisado a un apicultor que, tras un rato lidiando con ellas, y empleando un ahumador para calmarlas, a última hora de la tarde, consiguió introducir el enjambre en una colmena y retirarlo de la vía pública.

Y es que la primavera es la época de dispersión de las abejas. Durante estos meses, desde finales de marzo hasta últimos de junio, por toda la geografía española, son frecuentes los avisos y las posteriores intervenciones de los bomberos para retirar enjambres de terrazas, parques, farolas, vehículos, etc.

Este fenómeno se conoce como enjambrazón natural y es la forma en que se produce la reproducción de las colonias de abejas. Tiene lugar cuando un grupo de obreras y zánganos, que puede suponer hasta el 60% de los efectivos de la colonia, abandona la colmena junto con la reina progenitora. En la colmena original permanece la nueva reina, hija de la anterior, que será fecundada en vuelos nupciales. En muchas ocasiones, si nacen varias reinas, pueden originarse enjambres secundarios, mucho menos numerosos, por lo que la colonia se fragmenta en varias partes.

Son varios los factores que pueden desencadenar la enjambrazón: la subida de las temperaturas y la mayor cantidad de alimento disponible en el campo, los desequilibrios poblacionales entre el invierno y el verano, una edad avanzada de la reina que no produzca suficientes feromonas o determinadas causas genéticas. A pesar de que se trate de un proceso biológico natural, no es deseable para los intereses del apicultor, puesto que una importante reducción en la población de la colmena se traduce lógicamente en una menor producción de miel.

Las abejas no tienen por qué considerarse una plaga. Son insectos protegidos, se debe evitar en todo momento su destrucción, por lo que el procedimiento a seguir en su manejo es diferente al de otros organismos nocivos. Los enjambres deben ser cuidadosamente retirados por personal especializado, normalmente perteneciente a empresas del sector del control de plagas o al cuerpo de bomberos, y entregados posteriormente a un apicultor; o bien ser directamente el propio apicultor el que se encargue de recogerlos. Por lo general, y de forma simplificada, la técnica consiste en localizar a la abeja reina, introducirla en una colmena y el resto de la colonia la seguirá a su interior.

Por tanto, ante la detección de uno de estos enjambres urbanos se debe proceder con precaución, evitando acercarse a las abejas y avisando con la mayor brevedad posible a las autoridades locales. Si se actúa de esta manera, no tienen por qué producirse incidentes graves. Sucesos como el del octogenario que el fin de semana pasado fue atacado por medio millar de abejas en un pueblo de Salamanca son muy raros. En este caso, el ataque pudo deberse al pasar el anciano por las cercanías de unas colmenas que habían sido recientemente abiertas, momento en el que estos insectos sociales se muestran más agresivos. 

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