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Publicadas las normas para la prevención y el control de la langosta en Castilla-La Mancha

Ejemplar de langosta mediterranea

29 Enero, 2015

La Junta de Castilla-La Mancha ha publicado recientemente la Orden de 30 de Diciembre de 2014, de la Conserjería de Agricultura, en la que se establecen las normas de control para la langosta mediterránea (Dociostaurus maroccanus) y otros ortópteros. La normativa afecta a varias zonas geográficas manchegas donde este insecto es susceptible de constituir una plaga, pudiendo dañar gravemente a multitud de cultivos, pastos e incluso amplias zonas de monte.

Según se recoge en la Orden, la plaga de langosta tiene carácter endémico en Castilla-La Mancha, produciéndose daños cuya intensidad, extensión y naturaleza, hacen necesaria la adopción de medidas fitosanitarias para reducir su población o efectos. Las zonas afectadas están repartidas en las provincias de Toledo, Ciudad Real y Albacete.

Por otro lado, queda establecido que los titulares de las explotaciones con presencia de langosta mediterránea serán los encargados de aplicar las medidas fitosanitarias precisas en el caso de que se establezca una plaga, pudiendo la Dirección General competente coordinar los trabajos obligatorios de los particulares afectados. Los métodos físicos y/o biológicos deberán priorizarse frente a los tratamientos químicos. En el caso de que no se adoptaran las medidas pertinentes para el control de estos insectos plaga, los propietarios podrían ser sancionados.

Y es que aunque las plagas de langosta parezcan un fenómeno propio de otras latitudes, en nuestro país existe cierto riesgo de que ocurran. La langosta mediterránea, marroquí o común, vive en ciertas comarcas de los países que rodean el Mediterráneo, adentrándose en Asia por Oriente Próximo, Rusia y Afganistán. En España, su hábitat permanente se localiza en terrenos pobres de erial y pastizal, principalmente en La Serena (Badajoz); Llanos de Cáceres y Trujillo (Cáceres); el Valle de Alcudia en Ciudad Real; el Valle de los Pedroches (Córdoba) y Los Monegros (Huesca y Zaragoza). Desde la antigüedad se han registrado múltiples episodios de plagas de langosta en nuestro país, incluso en pleno Siglo XX. Tal es su importancia, que incluso existe un Programa Nacional para el control de plagas de langosta y otros ortópteros, recogido en el Real Decreto 1507/2003.

La principal característica de este tipo de insectos es el fenómeno de cambio de fase, mediante el cual todos los individuos pasan espontáneamente de tener una fase solitaria a otra gregaria. La fase gregaria es precedida por un aumento notable de población durante los dos años previos, favorecida por temperaturas primaverales altas y lluvias no excesivas, con pastos abundantes que aumentan su fecundidad. Si la siguiente primavera es también cálida, pero más seca, con escasez de pastos, las larvas (en realidad pequeñas ninfas) se agrupan en rodales y cordones, mientras que los adultos emigran en masivos enjambres fuera de las áreas de desarrollo permanente.

Las formas solitarias, de menor tamaño, se alimentan del pasto sin originar plaga. Sin embargo, las formas gregarias se desplazan grandes distancias consumiendo por completo pastizales, cultivos o matorrales. Se calcula que una sola langosta puede llegar a consumir a lo largo de su vida entre 33-66 gramos de pasto.

Para su control, pueden adoptarse diferentes medidas culturales, ya que en zonas cultivadas o en las que se realicen labores de arado, la langosta no realiza la puesta. En los terrenos en los que depositan sus huevos, una simple labor con cierto volteo puede evitar la eclosión o impedir que las larvas alcancen la superficie. Otra opción es el control biológico, como el uso de hongos, bacterias o protozoos patógenos. Además, existe una gran cantidad de depredadores que se alimentan de las langostas, aunque su incidencia en fase gregaria, con millones de individuos, no es suficiente para su control. También se emplean nematodos parásitos o feromonas de agregación, aunque son técnicas minoritarias y en desarrollo. En caso de que las medidas anteriores no sean suficientes y haya que realizar un tratamiento químico, éste deberá llevarse a cabo en las primeras fases del desarrollo que es cuando los individuos son más susceptibles.