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La enfermedad transmitida por insectos que está afectando a la ganadería española

La COVID de las vacas que amenaza al ganado español

10 Octubre, 2023

Los organismos nocivos tienen una incidencia clara en la vida de las personas. Afectan a nuestra salud, disminuyen nuestra calidad de vida y pueden causar graves perjuicios medioambientales y económicos. De ahí la gran importancia que tiene la sanidad ambiental y las labores de control de plagas. Uno de los últimos ejemplos sobre cómo insectos o roedores plaga pueden afectarnos, es lo que está ocurriendo con un virus que tiene muy preocupados a los ganaderos españoles. Dicho virus es transmitido por dípteros hematófagos y a la enfermedad que provoca en el ganado se le ha empezado a denominar como la COVID de las vacas. ¿Qué está pasando?

Desde hace unos meses, una nueva enfermedad está poniendo en serios apuros al sector ganadero de nuestro país. En las últimas semanas se han multiplicado las informaciones acerca de esta patología, y como suele ocurrir con las noticias de actualidad, también aparecen bulos e inexactitudes. Su nombre oficial es enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), una enfermedad vírica infecciosa trasmitida por vectores. En este caso, el vector de transmisión son unos pequeños insectos del Género Culicoides, conocidos popularmente como jejenes. Por tanto, no se trata de mosquitos, como ha aparecido en algunas noticias, ni desde luego se trata de ninguna especie exótica procedente de ningún país extranjero. La enfermedad afecta tanto a rumiantes domésticos como silvestres. Dentro del ganado, el vacuno es el principal perjudicado, mientras que el ovino es susceptible a la enfermedad pero ésta se manifiesta poco, clínicamente hablando. El caprino es muy poco susceptible a la infección.

El agente causante de la EHE es un virus del Género Orbivirus, Familia Reoviridae, con características muy similares a las de otro patógeno que provoca otra enfermedad también temida por los ganaderos, el virus de la lengua azul. Al igual que la EHE, se transmite al ganado y a los rumiantes salvajes a través de la picadura de jejenes infectados. La EHE ha circulado históricamente en América del Norte, Australia, Asia y África, pero nunca se había detectado en Europa. El 10 de noviembre de 2022 Italia comunicó por primera vez la detección del virus en explotaciones ganaderas de bovino de la isla de Cerdeña y unos días más tarde en Sicilia. En España los primeros casos se detectaron el 18 de noviembre de 2022 en el sur de nuestro país. En menos de un año, se ha ido extendiendo hacia el norte, reportándose desde entonces numerosos casos.

Los síntomas de la enfermedad, en el ganado bovino, se corresponden en su mayoría con una clínica moderada y autolimitante. Entre ellos se incluye fiebre, anorexia, edema facial, salivación, disnea, eritema o descamación del hocico, cojera y eritema en la ubre. Aun así, en algunos casos, sí que puede desembocar en la muerte del animal. Por lo general, en España son los ciervos (Cervus elaphus) los que presentan una enfermedad más grave que la del propio ganado. Gamos (Dama dama) y corzos (Capreolus capreolus) también pueden padecerla.

La EHE no es una enfermedad zoonótica, es decir, no se transmite al ser humano de ninguna manera, ni por contacto directo con los animales ni por consumo de carne o leche de ejemplares infectados. Los daños a la ganadería pasan por una merma importante en la capacidad de producción, por gastos en medicamentos y pérdidas provocadas por abortos e infertilidad, siendo éstos más cuantiosos si se llega a producir la muerte de ejemplares. Por otra parte, se trata de una enfermedad contemplada en el Código Sanitario para los Animales Terrestres de la OMS, por lo que es de declaración obligatoria. No hay restricciones en cuanto al movimiento o consumo de productos derivados de animales infectados. Para movimientos dentro del país, los animales y los vehículos deben estar libres de insectos, para poder trasladarlos desde una zona afectada a otra libre de la enfermedad, siempre y cuando el ganado no presente síntomas.

En la actualidad, no existen vacunas autorizadas en la UE frente a esta enfermedad. Para controlarla, se debe luchar contra el vector de transmisión, por lo que se recomienda el empleo de insecticidas y repelentes tanto en medios de transporte como en instalaciones, así como la aplicación de biocidas y larvicidas en zonas de cría; esto es, sustratos húmedos y sombríos como agujeros de árboles, hojarasca, pilas de estiércol, suelos orgánicos de establos húmedos, entre otros. El control de valores ambientales como la temperatura, humedad o las características del suelo, pueden ayudar también a limitar la supervivencia de los insectos.