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El chacal dorado en España: ¿especie invasora o colonizadora?

El chacal dorado en España: ¿es una especie invasora? ¿Cómo ha llegado aquí?

20 Julio, 2023

En el presente artículo nos salimos un poco de nuestra temática habitual sobre el mundo del control de plagas, para hablar de una situación curiosa e insólita; que, por otro lado, sí que tiene que ver con un tema que tratamos habitualmente en esta sección, el de las especies exóticas invasoras. Nos referimos a la presencia de una nueva especie de cánido silvestre en nuestro país, el chacal dorado (Canis aureus). A diferencia del lobo, este animal suele habitar regiones cálidas, distribuyéndose desde los Balcanes en Europa, pasando por la Península Arábiga hasta el sur de Asia (India e Indochina). ¿Cómo ha llegado hasta aquí? ¿Se le puede considerar una especie exótica invasora?

Lo primero es conocer al protagonista de nuestra historia. El chacal dorado es una especie de carnívoro de la Familia Canidae, pariente próximo del lobo, con una longitud comprendida entre 76 y 104 cm, una altura variable entre 38 y 50 cm, y un peso que puede oscilar entre 8 y 15 kg en los adultos. Su alimentación es variada, pueden comer frutos y cazar desde pequeños insectos, hasta anfibios, reptiles o aves, además de consumir carroña o desperdicios procedentes de asentamientos humanos. Por lo general viven en parejas pero en ocasiones pueden formar pequeñas manadas, lo que les permite atacar a animales mucho más grandes o a sus crías, como cabras, ovejas, antílopes o ungulados silvestres. Aunque habita el norte y, sobretodo, oeste de África, no hay que confundirlo con las otras dos especies de chacales, el chacal rayado (Lupulella adusta) y el chacal de lomo negro (L. mesomelas), exclusivamente africanos.

¿Pero cómo ha aparecido este animal en España? La noticia saltó el pasado mes de abril, tras la confirmación oficial de la Diputación de Álava. Y es que el 8 de enero se detectó la presencia de un animal atropellado, en concreto un extraño cánido, en el punto kilométrico 379 de la A-1, a la altura de Agurain/Salvatierra. La necropsia practicada reveló que no se trataba de un lobo ibérico (C. lupus) ni tampoco de un híbrido de éste con un perro (C. lupus familiaris). El Centro de Recuperación de Martioda (Álava) apuntó la posibilidad de que se tratara de un chacal dorado. Por ello, se decidió llevar a cabo un estudio más exhaustivo en el Departamento de Zoología de la Facultad de Farmacia de Vitoria (Universidad País Vasco). En concreto se tomaron muestras de una oreja, de pelo del animal y se realizó un análisis genético de las mismas. Los resultados de ADN concluyeron que se trataba de la especie C. aureus. ¿Podría tratarse de un ejemplar en cautividad que se hubiera escapado? Se descartó al analizar los restos de su estómago, puesto que contenían pelo y restos de jabalí, lo que determinaba que había vivido en estado silvestre.

Lo cierto es que esta especie, acostumbrada a prosperar en paisajes dominados por el ser humano, se ha extendido por toda Europa en los últimos 20 años. Polonia, Alemania, Italia o Francia, entre otros, son ejemplos de ello. La ausencia de lobos en el continente, la única especie que puede hacerles frente y desplazarles, puesto que son más poderosos que los zorros, ha hecho que vayan ocupando poco a poco el nicho dejado por los primeros. Por tanto, la llegada natural del chacal dorado a España no era descabellada. Además, el Proyecto Lobo, encargado del censo de las poblaciones de lobo ibérico y del estudio de su hábitat, liderado por la Universidad de Alcalá de Henares, publicó recientemente un vídeo con las primeras imágenes de lo que parece un ejemplar vivo de chacal dorando en España. Los autores de las mismas hablan de “compatibilidad” con C. aereus, pues se necesitaría un análisis genético del ejemplar para confirmarlo. Otros expertos, por el contrario, afirman que el ejemplar de las imágenes es un zorro.

¿Qué puede suponer la presencia de chacales en nuestro país? En principio no se puede considerar como una especie exótica invasora, puesto que la introducción no se ha llevado a cabo de manera intencionada o accidental por parte del ser humano, nada que ver con lo que ha ocurrido con las cotorras argentinas, los mapaches o los mosquitos tigres, por citar sólo algunos ejemplos conocidos. De hecho, ni siquiera aparece recogida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. Otra cosa es los efectos que tenga su presencia en los ecosistemas ibéricos y en la biodiversidad autóctona, además de los daños que pueda causar en el ganado. Tocará, en caso de confirmarse su establecimiento y dispersión, valorarlo y ver si es necesario actuar y de qué forma.