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La abeja gigante de la resina se extiende por Europa

La abeja gigante de la resina se expande por Europa rápidamente

15 Diciembre, 2022

La abeja gigante de la resina (Megachile sculpturalis) es otra de las especies exóticas invasoras que han llegado hasta Europa en las últimas décadas. Tratándose de una abeja y de un tamaño considerable, es uno de esos organismos que suelen despertar cierta alarma cuando se habla de ella en los medios de comunicación; más si cabe teniendo en cuenta que no para de expandirse por Europa. Pero, ¿hay motivos para preocuparse? ¿Estamos ante una nueva plaga invasora? ¿Qué implicaciones tiene su presencia en los ecosistemas nativos? De todo ello hablaremos a continuación.

Primero debemos ponernos en antecedentes. La abeja gigante de la resina es originaria, como suele ocurrir con muchas plagas invasoras, de Asia, concretamente de China y Japón. Se trata de un insecto solitario, no forma colonias, al contrario que las más conocidas abejas de la miel (Apis mellifera). Se trata de un insecto de tamaño considerable, puesto que puede alcanzar los 2,5 cm. A distancia, podría confundirse con la también exótica avispa asiática (Vespa velutina). Sin embargo, de cerca, puede distinguirse fácilmente por la presencia de la pilosidad característica que tienen todas las abejas. Además, a diferencia también de la velutina, M. sculpturalis construye sus nidos en agujeros que puede encontrar en taludes, troncos o materiales de origen humano, los cuales forra con resina, arcilla y pequeños trozos de madera. Esta forma de fabricar sus nidos ha hecho pensar a los investigadores que el comercio de madera fue el responsable de que aparecieran por primera vez en Europa en el año 2008. Diez años más tarde, en 2018, se confirmó la presencia de la especie en la Península Ibérica, concretamente en Cataluña, en varias localidades del Vallés Oriental (Barcelona) y en Olot (La Garrotxa, Gerona).

Recientemente, un estudio científico liderado por la Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida de Viena (BOKU), con la participación de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), asegura que la abeja gigante de la resina se está expandiendo por Europa a gran velocidad. La especie invasora ha colonizado gran parte de los países de Europa central, multiplicándose sus registros por diez en los últimos años. Las conclusiones de la investigación han sido recogidas en un artículo publicado por la revista Science of the Total Environment.

El estudio asegura que el proceso de invasión de Europa por parte de la abeja se encuentra todavía en su fase inicial, ya que el insecto invasor “sólo” está presente en una cuarta parte del territorio potencial de colonización, según sus requerimientos ecológicos. En la Península Ibérica, por ejemplo, está presente por ahora en la costa este, pero se espera que llegue próximamente a regiones de la cordillera cantábrica. La investigación ha comprobado también que la abeja gigante de la resina se expande gracias al transporte por carretera y se refugia en zonas urbanas densamente pobladas. Precisamente las citas de M. sculpturalis se concentran en zonas urbanizadas, donde es capaz de utilizar construcciones humanas para nidificar, como por ejemplo, los agujeros de los ladrillos. Además, son capaces de alimentarse de manera casi exclusiva del polen de muchas plantas ornamentales exóticas que se pueden encontrar en los jardines de las ciudades.

Por otro lado, los investigadores afirman que el cambio climático no favorecerá su área potencial de invasión en Europa, sino que la modificará, puesto que se espera una menor presencia en las regiones mediterráneas y mayor en el centro y norte de Europa, así como en las Islas Británicas. Como aspecto positivo, en el estudio se señala que los daños ecológicos y humanos que podría provocar la presencia de la exótica abeja son limitados. No se han detectado, por ahora, demasiados casos de competencia directa con otras especies de abejas autóctonas. Tampoco es peligrosa para las personas, puesto que al ser una especie solitaria, no tiende a ser tan agresiva como otros himenópteros sociales. Aun así, los investigadores abogan por monitorizar a la especie para poder obtener un mayor conocimiento científico y evaluar correctamente su estatus como especie exótica invasora.