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La pandemia, las terrazas y las ratas de Nueva York

¿Puede aumentar el número de ratas con la proliferación de terrazas de bares, restaurantes y otros locales de hostelería?

20 Enero, 2022

Está claro que Nueva York no es la única gran ciudad que sufre problemas con las ratas. Sin embargo, esta urbe global, una de las más pobladas del mundo, es un paradigma perfecto a la hora de reflejar los conflictos que se generan al convivir con estos roedores en las zonas urbanas. Por eso, periódicamente suelen aparecer informaciones acerca de cómo las autoridades neoyorkinas tratan de hacer frente a las ratas y sobre los diferentes métodos que emplean para el control de esta plaga. Algo que no resulta nada sencillo, debido al auge que han sufrido en los últimos años las poblaciones de ratas en las calles de Nueva York. Como ya hemos comentado en alguna ocasión, el cambio climático, con temperaturas ambientales más suaves, o el aumento de la superficie urbanizada, son responsables de que los avisos por presencia de ratas se hayan multiplicado en la ciudad estadounidense.

Al aumento de la cantidad de ratas neoyorkinas parece estar contribuyendo un nuevo factor, surgido como consecuencia de la pandemia debida a la COVID-19. Se trataría de la proliferación de terrazas de restaurantes, cafeterías y otros locales para el servicio de comidas y bebidas. Las conocidas terrazas, algo muy habitual en Europa, especialmente en países templados como España, no era una costumbre tan frecuente en EEUU y concretamente en las calles de Nueva York. Sin embargo, el miedo a los contagios por coronavirus en el interior de los locales, ha hecho que este tipo de instalaciones de exterior proliferen, cambiando sustancialmente el paisaje urbano de la ciudad. Durante este tiempo pandémico, se calcula que se han abierto más de 11.000 nuevos sitos para comer y beber al aire libre.

Al mismo tiempo, durante este último año, los avisos por avistamientos de ratas en las calles de la ciudad de los rascacielos han aumentado hasta en un 15%, con respecto a los niveles pre-pandemia. Este dato ha hecho que algunos relacionen la proliferación de las terrazas con el aumento de las poblaciones de ratas. ¿Es esto posible? ¿Podría darse un efecto similar en una ciudad como Madrid, donde las terrazas también han aumentado a raíz de la pandemia? Lo valoramos a continuación.

La raíz del problema viene en la acumulación de residuos, restos de alimentos y bolsas de basura depositadas directamente en las aceras aledañas a estos establecimientos. Esta mayor disponibilidad de alimento, estaría contribuyendo al auge de las ratas, según las opiniones de muchos vecinos de zonas con terrazas. Por tanto, al ruido, la basura y demás molestias, se suma ahora la presencia de ratas, lo que se ha traducido también en un aumento de las quejas recibidas por las autoridades de la ciudad. Algo parecido a lo que ocurre en las calles de Madrid, donde también muchos residentes expresan su descontento por la proliferación y aumento de las superficies destinadas a terrazas. Un reflejo de lo que es la globalización, en la que ciudades distanciadas miles de kilómetros, parecen enfrentarse a los mismos problemas.

Sin embargo, la proliferación de ratas en las calles no tiene por qué estar directamente relacionado con que haya mayor número de áreas de consumo al aire libre. Tal y como hemos comentado en alguna ocasión anterior, el problema de Nueva York con las ratas tiene más que ver, entre otras cosas, con la forma en la que se gestionan sus residuos. Mientras desperdicios y basuras permanezcan durante tiempos prologados al alcance de las ratas, éstas los aprovecharán y se verán lógicamente favorecidas. Por tanto, y aprovechando que estos roedores tienen hábitos fundamentalmente nocturnos, retirar adecuadamente los restos de alimentos y demás residuos generados por la actividad de las terrazas, al finalizar el servicio diario, evitará la proliferación de ratas en Nueva York y en cualquier otra ciudad.

Debemos recordar que en la proliferación de la ratas, como en la de cualquier otro organismo plaga, influye decisivamente nuestro comportamiento. Calles limpias, con basuras y residuos bien gestionados, tanto por parte de las administraciones como de la ciudadanía, o evitar alimentar animales callejeros, son conductas que evitan que ratas, ratones o cucarachas se vuelvan más numerosos.