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Las hormigas también se confinan para protegerse de las pandemias

Las hormigas y otros insectos sociales realizan confinamientos y cierres perimetrales para protegerse de las pandemias

24 Marzo, 2021

Se cumple estos días un año del inicio de la pandemia debida al coronavirus causante de la COVID-19. Muchos son los aspectos de nuestra vida que han cambiado radicalmente. Determinadas pautas y comportamientos, hasta esos momentos impensables, se han convertido en la norma habitual durante estos meses. Desde marzo de 2020 sabemos que la mejor y más efectiva forma de combatir al virus son los confinamientos y las cuarentenas de las personas enfermas. Desde luego que esta estrategia no es nueva, se lleva practicando por parte del ser humano desde hace siglos, para combatir las enfermedades y pandemias que ha ido sufriendo a lo largo de su historia. Sin embargo, las personas no somos las únicas que desarrollamos este tipo de protección frente a los patógenos. Algunos animales también se confinan para combatir determinadas infecciones, entre ellos algunos insectos sociales como las hormigas.

Investigadores de la Universidad de Texas en Austin (EEUU) han elaborado una revisión sobre lo que la ciencia sabe acerca de los comportamientos que los animales desarrollan para luchar contra las enfermedades que sufren. Dicha revisión ha sido publicada en la revista Science. En ella recogen ejemplos de diferentes patrones de comportamiento del reino animal en el que los ejemplares sanos evitan a sus congéneres enfermos. El autoaislamiento es quizá el caso más frecuente con el que los individuos enfermos, de muchas especies, entran en una especie de letargo y reducen la interacción con el resto del grupo, disminuyendo así el número de contagios. A priori, cabría esperar que este tipo de estrategias fueran típicas de animales superiores como los mamíferos o las aves. Sin embargo, lo que resulta más llamativo, es que algunos invertebrados, como ciertos insectos, también son capaces de comportarse así.

El trabajo recoge como las obreras de hormiga negra de jardín (Lasius niger), especie muy frecuente en Europa y que suele ocasionar problemas de plagas, evitan entrar al hormiguero cuando se han infectado de un hongo que prolifera en su cutícula o exoesqueleto; protegiendo así al resto de la colonia. Pero el autoaislamiento de estas hormigas va más allá, puesto que, en sus últimos momentos de vida, estos insectos abandonan el hormiguero para morir de forma totalmente aislada del grupo. Según los autores, no se conocen el tipo de señales que utilizan para desarrollar este comportamiento, que además también se ha observado cuando las hormigas son expuestas a toxinas o a CO2, por lo que no es exclusivo frente a un determinado tipo de enfermedad.

Existe, sin embargo, otra estrategia mucha más elaborada. Los investigadores han empleado etiquetas identificativas adheridas a la parte dorsal de las hormigas para, de esta forma, realizar el seguimiento de los movimientos de los insectos frente a la amenaza de un patógeno. De esta manera han comprobado que, una vez que la enfermedad se ha hecho presente en el interior del hormiguero, tanto las obreras sanas encargadas de la recolección como las que cuidan a las crías, también sanas, dejan de entrar en contacto. Las cuidadoras reaccionan además cambiando las pupas de sitio y las recolectoras limitan su acceso al nido. La colonia al completo se comporta simulando una especie de cierre perimetral.

Pero no sólo las hormigas desarrollan este tipo de estrategias, pues parece ser algo habitual en insectos eusociales. El trabajo también recoge el caso de las termitas de la madera húmeda (Zootermopsis angusticollis), cuyos individuos vibran minutos después de que se adhieran a sus cuerpos, esporas del hongo Metarhizium anisopliae. El movimiento es un aviso para el resto de miembros del termitero, que responden alejándose de los infectados. Otros ejemplos son mucho más “crueles” y en ellos interviene la violencia. Es lo que ocurre con las abejas melíferas, que tienden a expulsar agresivamente de la colmena a aquellos individuos enfermos, con el objetivo de proteger al resto de la colonia.

Los autores del estudio afirman que todos estos mecanismos que las hormigas y otros insectos sociales desarrollan para disminuir el riesgo de epidemias, pueden ser una fuente de inspiración para los seres humanos; aunque con ciertas limitaciones. Está claro que la estructura de las sociedades humanas y la de estos insectos es muy diferente. Por otro lado, los investigadores reflexionan sobre el hecho de que las hormigas son altruistas y están dispuestas a sacrificarse a si mismas o a otros miembros para proteger a toda la colonia, algo que no es aplicable ni deseable en las sociedades humanas.