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Plaga de sapos venenosos en EEUU

Plaga de sapos invasores en EEUU

15 Julio, 2020

Los sapos, y más concretamente el veneno que producen, han estado de plena actualidad recientemente, a raíz de un incidente en el que se ha visto implicado un famoso actor. Al parecer se emplea esta sustancia para realizar rituales o algún tipo de sesión alucinógena. Y es que estos anfibios disponen de unas glándulas, denominadas parotídeas, ubicadas detrás del ojo, además de otras dispersas por distintas zonas de su cuerpo, capaces de segregar sustancias que contienen toxinas y, por tanto, venenosas. Se trata de un mecanismo de defensa frente a los depredadores, que también aparece en ranas y salamandras. Dependiendo de la especie, dichas sustancias serán más o menos tóxicas. Independientemente de estas prácticas, que no entramos a valorar, el veneno de los sapos pude suponer un verdadero problema ambiental, sobre todo si estamos hablando de especies invasoras, tal y como veremos a continuación.

El denominado sapo de caña (Bufo marina o Rhinella marina), también conocido como sapo marino o sapo gigante, es uno de los anfibios invasores más peligrosos. En EEUU, por ejemplo, está causando actualmente numerosos problemas. Se trata de una especie que se adapta con una gran facilidad a los nuevos ambientes, lo que está poniendo en peligro a la fauna nativa. No sólo eso, su potente veneno es capaz de matar a pequeños animales en menos de 15 minutos, por lo que se ha convertido en una seria amenaza para las mascotas de las zonas donde se encuentra. También son perjudiciales para el ser humano, puesto que sus toxinas pueden causar ceguera temporal y fuertes dolores, si llegan a entrar en contacto con la boca o los ojos. En algunas zonas del país norteamericano, especialmente en Miami (Florida), donde estos sapos se han visto favorecidos por las recientes lluvias torrenciales, están considerados una auténtica plaga. Tal es así que las autoridades han contactado con empresas de control de plagas locales para intentar acabar con los miles de ejemplares que están apareciendo en las zonas urbanas. Una tarea que está resultando mucho más complicada de lo que pudiera parecer.

El sapo de caña es originario de la zona norte de Sudamérica, América Central y norte de México, llegando en su máxima expansión hasta el extremo sur de Texas (EEUU). Por tanto, su distribución natural no abarca Florida. Además de ser invasora aquí, también ha colonizado otras regiones del planeta como Australia, Filipinas, Japón, Taiwan o Egipto. Hasta el año 2002 no se tenía constancia de poblaciones naturalizadas fuera de su área de origen, sólo presencias esporádicas. Sin embargo, a raíz de estos episodios en Miami, la situación con este anfibio ha cambiado sustancialmente. En España, a pesar de estar incluido en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, no se han localizado, por el momento, poblaciones asentadas.

Aunque es una especie propia de la selva tropical húmeda, presentan una enorme plasticidad ecológica, tal y como hemos comentado anteriormente. Resultan especialmente frecuentes en zonas antropizadas y pueden encontrarse en las proximidades de las mismas viviendas. Este anfibio es criado en cautividad con varios fines como la investigación y educación, la industria biomédica o la venta de souvenirs y mascotas. Su presencia en todas estas áreas no naturales se explica, por tanto, por sueltas deliberadas o escapes accidentales de ejemplares.

El sapo marino es capaz de alimentarse de casi cualquier cosa que se mueva y pueda engullir, incluyendo peces, otros anfibios, reptiles, aves y mamíferos pequeños; así como una gran variedad de invertebrados. La toxicidad de estos animales se da, en distinto grado, en todas sus fases de desarrollo, incluyendo los huevos y los renacuajos. De ahí su extrema peligrosidad. Su presencia en zonas no autóctonas supone una alteración en la cadena trófica y el desequilibrio de las poblaciones de fauna local, por su acción sobre las presas y por la muerte por envenenamiento de los depredadores potenciales. Pueden ser además portadores de enfermedades infecciosas, puesto que llegan a alimentarse de heces, incluidas las humanas. Como vemos, una situación muy preocupante con una plaga invasora, por el momento, muy difícil de controlar.