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24 Abril, 2019
Siguiendo con lo que decíamos en el post anterior, hay que tener en cuenta que para que un tratamiento de control de plagas sea efectivo, no sólo influye el tipo de producto utilizado. La técnica de aplicación, la alternancia de distintos métodos o conocer el momento de mayor vulnerabilidad de la plaga son también aspectos que influyen decisivamente en el éxito del mismo. Dichos factores son conocidos por los profesionales de la empresas de control de plagas lo que, como es lógico, otorga valor a los servicios prestados por éstas, diferenciándolos claramente de cualquier aplicación doméstica.
Retomando el tema principal que estamos tratando, debemos decir que la convivencia entre los productos biocidas de tipo profesional y doméstico, puede verse alterada con la entrada en vigor de las nuevas normativas reguladoras. Una de las más recientes y que mayor incidencia está teniendo es la que afecta a los rodenticidas anticoagulantes. Recordamos que en el año 2017 entró en vigor el Reglamento 2016/1179 de la UE por el cual se modificaba la clasificación de algunas materias activas anticoagulantes, cuyas concentraciones fueran iguales o superiores al 0,003%, reclasificándolas como Tóxicos para la Reproducción. Esta normativa implica que para poder utilizar estos biocidas, en esas concentraciones, se debe disponer de un nivel especial de formación, restringiendo su empleo a los profesionales que posean dicha formación y, en ningún caso, podrán ser utilizados por el público en general. Por otro lado, está obligando a los distintos fabricantes a comercializar, para su uso por el público en general, rodenticidas con las materias activas afectadas a concentraciones inferiores, lo que puede afectar drásticamente a su eficacia.
Está claro que los productos domésticos son los más perjudicados por esta nueva regulación. Ante esta situación y según algunos proveedores consultados, la tendencia futura es a la desaparición progresiva de los rodenticidas de uso doméstico. A corto plazo, eliminar una plaga de ratas o ratones mediante métodos químicos, será un procedimiento reservado únicamente a las empresas de control de plagas.
Si esto está ocurriendo con los rodenticidas, no es extraño pensar que las limitaciones de uso puedan extenderse más tarde o más temprano a otros biocidas como los insecticidas. Los profesionales, al igual que ocurre con los rodenticidas, tenemos muy limitada su utilización, pese a poseer la capacitación técnica adecuada para poder aplicarlos, transportarlos, almacenarlos o gestionar sus residuos. Por tanto, es lógico pesar que las regulaciones europeas sobre este tipo de productos terminarán afectando también a los insecticidas domésticos, restringiendo su uso al ámbito profesional.
¿Quiere todo esto decir que en el futuro cualquier tratamiento de control de plagas que implique aplicación de biocidas estará reservado únicamente a profesionales? ¿Renunciará la industria química a los importantes beneficios que les suponen todos estos productos domésticos? Aún no podemos contestar a estas cuestiones pero lo que sí sabemos es que la forma más segura y eficaz de eliminar una plaga es contratar los servicios de desinsectación y desratización como los que la empresa Biodal Control Ambiental ofrece en Madrid.