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La plaga de los mapaches se extiende por Madrid

El mapache, una plaga invasora que se expande por Madrid

27 Febrero, 2019

El catálogo de especies invasoras en España es, desafortunadamente, variado. En Madrid estamos acostumbrados a la presencia de las ruidosas y numerosas cotorras argentinas (Myiopsitta monachus). La falta de una estrategia clara para el control de estas aves, ha hecho que en la actualidad sean uno de los elementos más abundantes del paisaje urbano madrileño. Sin embargo, otros animales exóticos pasan más desapercibidos, llevando a cabo su colonización de una manera muy discreta. Es lo que está ocurriendo en la Comunidad de Madrid con el mapache, cuya población sigue creciendo a pesar de los esfuerzos que se están realizando para su erradicación.

Este mamífero invasor fue detectado en Madrid en 2003, concretamente en el Parque Regional del Sureste, al descubrirse un rastro de huellas desconocido hasta entonces en la zona. En este caso, a diferencia de lo que ocurre con las cotorras, sí se están llevando a cabo actuaciones para su control. Desde 2007 se está realizando una campaña para luchar contra esta especie, mediante sistemas de trampeo y captura en vivo. El Gobierno regional informa que desde ese año hasta 2018 se han capturado 814 ejemplares, cifra que demuestra la capacidad de proliferación del mapache y su grado de asentamiento. Sólo en 2012 fueron capturados 192 individuos. El pasado año 2018 se cerró también con una buena cifra de capturas, 107, lo que demuestra que la situación no ha sido controlada. Aun así, los números no alcanzan los de otros países europeos donde el mapache está presente. En Alemania, por ejemplo, se cazan unos 25.000 individuos al año, lo que indica claramente la dimensión que puede alcanzar el problema si no es atajado.

En un principio, se determinó que el mapache ocupaba una franja de unos 30 kilómetros a lo largo del río Jarama. Sin embargo, en la actualidad se ha expandido considerablemente. Habita en las riberas del río Henares, llegando hasta Guadalajara. Se ha detectado en Soto del Real, en Aldea del Fresno, llegando hasta el Tajo en Aranjuez y a las cuencas del Alberche y el Manzanares. Fuera de Madrid, también se tiene constancia de su presencia en Castilla La Mancha, Galicia, Comunidad Valenciana, País Vasco, Baleares y Andalucía; en esta última en el entorno de Doñana. En todos estos casos, que se sepa, los mapaches no alcanzan los niveles poblacionales madrileños, puesto que hasta ahora sólo se han detectado ejemplares aislados.

El origen de la presencia de mapaches asilvestrados en Madrid es, con toda probabilidad, la suelta deliberada o accidental de animales mantenidos en cautividad. Se tiene constancia de la existencia de mapaches en viviendas de Rivas Vaciamadrid. Muchos de los ejemplares capturados muestran, además, claros signos de haber sido “domesticados”. Los expertos señalan también que la población madrileña desciende de una única pareja. Los mapaches, sobre todo cuando son crías, pueden parecer adorables mascotas. Sin embargo, al hacerse adultos, estos animales dejan de ser entrañables. Son criaturas de hábitos mayoritariamente nocturnos, muy activos y agresivos, convirtiéndoles en unas mascotas poco recomendables, lo que sin duda provoca las liberaciones intencionadas. Desde el 2011 está prohibida la posesión de estos animales, su transporte, tráfico y comercialización.

El mapache, especie de carnívoro autóctono de América del Norte, es muy común en su lugar de origen. Nada tiene que ver con los roedores, a pesar de lo que se ha podido escuchar o leer estos días en las noticias. Se adapta muy bien a la vida silvestre, ocupando diversos nichos; pero también a las zonas urbanas, donde prospera alimentándose de basura y pienso para mascotas. Allí donde se establecen, fuera de su región de origen, causan graves daños a los ecosistemas. Son voraces y oportunistas, hábiles consumidores de huevos de diferentes aves y también de sus pollos. Por ejemplo, en Canarias un solo ejemplar acabó con la vida de más de 100 crías de la vulnerable pardela cenicienta (Calonectris diomedea). Por su gran potencial colonizador, puede constituir una grave amenaza para las especies autóctonas, compitiendo directamente con zorros, tejones o nutrias. Dañan cultivos, pueden ser agresivos frente a las personas y transmisores de parásitos y varias enfermedades infecciosas. Efectos todos ellos que convierten al mapache en una auténtica plaga, muy difícil de erradicar y que, a pesar de los esfuerzos invertidos, sigue ampliando territorios en la Comunidad de Madrid.