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La anisoplina, proteína clave para el control de plagas de insectos

La anisoplina y otras ribonucleasas, proteí­nas clave en el control de plagas

2 Marzo, 2017

El sector de control de plagas se caracteriza por ser muy dinámico y estar en constante evolución. No sólo porque regularmente aparecen nuevas especies plaga a las que hacer frente, sino también porque los organismos nocivos se terminan adaptando a los productos que se emplean para su control. Son los conocidos fenómenos de resistencia, que determinados insectos, como las cucarachas o también los roedores; adquieren frente a algunos biocidas y que tantos problemas ocasionan a los profesionales de la sanidad ambiental. Esto obliga al sector a renovarse frecuentemente, invirtiendo en ello gran cantidad de recursos, buscando nuevas técnicas o productos con los que realizar satisfactoriamente los tratamientos de desinsectación y desratización. Por ello, cualquier descubrimiento sobre una nueva sustancia insecticida o rodenticida adquiere una gran relevancia.

En este sentido, un grupo de investigadores españoles ha hallado una nueva proteína, la anisoplina, producida por un hongo patógeno de insectos y ácaros. El hallazgo ofrece claramente nuevas posibilidades en el diseño de herramientas biotecnológicas para el control de plagas. La investigación que ha revelado esta nueva sustancia ha sido llevada a cabo, de manera conjunta, por un grupo de científicos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y otro de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

La anisoplina es una proteína tóxica que forma parte del grupo de las ribotoxinas fúngicas, enzimas que actúan como catalizadores eficaces de determinadas reacciones químicas. Son producidas por hongos tan comunes como Aspergillus o Penicillium. En concreto se trata de una ribonucleasa, la cual pertenece a un grupo de enzimas encargadas de la degradación del ácido ribonucleico o ARN, que muestran una particularidad muy específica. De todos los miles de enlaces de ARN que puede haber en la célula, estas proteínas rompen sólo uno, pero de vital importancia; lo que provoca la desactivación de los ribosomas, orgánulos presentes en el interior de las células y responsables de la síntesis de proteínas. Así, la acción de estas enzimas, entre ellas la anisoplina, paraliza la generación de nuevas proteínas lo que conduce, en definitiva, a la muerte celular.

Recientemente se ha descrito la capacidad insecticida de estas ribotoxinas fúngicas y se ha podido comprobar que son específicamente eficaces frente a células de insectos, especialmente en larvas. Por ello, el descubrimiento de la anisoplina y su caracterización adquieren tanta importancia. Esta proteína es producida por un conocido hongo entomopatógeno, Metarhizium anisopliae, que lleva usándose como tal en control de plagas desde el siglo XIX. Se ha empleado frente a termitas, para controlar al ácaro de las abejas (Varroa destructor) e incluso contra al menos uno de los mosquitos transmisores de la malaria (Anopheles gambiae). Por tanto, este estudio ha permitido identificar la proteína responsable de la capacidad insecticida de dicho hongo.

Los autores esperan que el descubrimiento de la anisoplina sea el punto de partida para el diseño de nuevas estrategias moleculares, ambientalmente sostenibles, no sólo para luchar contra plagas nocivas para los cultivos agrícolas, sino incluso para la potencial prevención de enfermedades tan graves como la propia malaria. Esperemos que esta nueva línea de investigación cuente con los suficientes recursos que hagan viable su desarrollo y permitan así la obtención de nuevas herramientas útiles para la sanidad ambiental.