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El uso de trampas en el control de plagas (I)

Diferentes modelos de trampas para insectos rastreros usadas en el control de plagas

5 Enero, 2017

Según los principios del Control Integrado de Plagas, durante el desarrollo de este tipo de servicios, no siempre se tienen que aplicar biocidas. Su empleo debe realizarse exclusivamente cuando haya un problema o un riesgo muy evidente de que pueda surgir el mismo, y siempre tras haber agotado otras opciones. En primer lugar, para evitar la entrada y proliferación de organismos nocivos son imprescindibles la prevención y las medidas de actuación pasiva. Entre estas medidas se encuentran, como ya sabemos, aquellas destinadas a subsanar las deficiencias que pudieran existir en los elementos estructurales y constructivos de las edificaciones, las que aseguren unas óptimas condiciones higiénico-sanitarias y ambientales; así como las que permiten el desarrollo de comportamientos y hábitos saludables. En caso necesario, existen diferentes estrategias de control prioritarias frente al uso de químicos, como pueden ser los métodos físicos. Un ejemplo de ello son las trampas de las que hablaremos a continuación.

Las empresas de sanidad ambiental usamos trampas de manera habitual para el control de insectos, roedores, aves, etc. Por un lado están las destinadas a los insectos rastreros, como por ejemplo las cucarachas, hormigas, lepismas, chinches de cama, etc. Normalmente, se basan en una lámina adhesiva, en la que los insectos son capturados, y un atrayente específico. Dicho atrayente puede ser de varios tipos: atrayentes alimenticios como en el caso de las destinadas a cucarachas, hormigas o lepismas; calor, CO2 y feromonas de agregación para las chinches de cama; luz en las destinadas a la captura de pulgas; atrayentes alimentarios y feromonas sexuales para los escarabajos de los productos almacenados y escarabajos de las alfombras; etc. Aclarar que a las empleadas para cucarachas mucha gente las denomina trampas de feromonas, pero éste es un término erróneo. Como ya hemos dicho, presentan un atrayente alimenticio, que puede estar incorporado en el adhesivo o bien hay que colocar, por lo general, en forma de pastilla. En ningún caso se trata de feromonas.

En general, en el control de insectos voladores, las trampas adquieren una gran importancia. Existen varios tipos, desde las más sencillas que utilizan atrayentes alimenticios para atraer al insecto y que éste quede atrapado en el interior de una bolsa u otro dispositivo, empleadas principalmente para el control de moscas, avispas, etc; hasta las que emplean feromonas sexuales como por ejemplo en el caso de las polillas de los productos almacenados; o sexuales y de agregación como ocurre en las utilizadas para las polillas de la ropa. En esta categoría también hay que mencionar a los aparatos insectocaptores o insectocutores. Estos dispositivos disponen de unos tubos que emiten luz ultravioleta como atrayente para los insectos, los cuales serán capturados gracias a una lámina adhesiva, o bien electrocutados mediante una parrilla eléctrica, respectivamente.

La mayoría de estas trampas de las que acabamos de hablar no se usan para controlar una plaga propiamente dicha, aunque puedan ayudar; sino para monitorear y vigilar la presencia de insectos en las instalaciones. Aportan mucha información a los técnicos de control de plagas con la que luego pueden diseñar adecuadamente los tratamientos o estrategias a adoptar.

Biodal Control Ambiental, tu empresa de desinsectación en Madrid, utiliza durante sus tratamientos este tipo de trampas.