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Especial Halloween: insectos zombis

Un hongo convierte en zombis a las hormigas

2 Noviembre, 2016

Esta semana se ha celebrado la cada vez más popular noche de Halloween. Por ello, nosotros aprovechamos también la excusa para meternos en ambiente. Como no todo va a ser hablar de plagas en este blog, esta semana comentamos algunos casos curiosos, dignos ejemplos de las mejores historias para esta celebración. Los zombis son muy populares en la ficción del género de terror, ya sea en cómics, novelas, películas o series de televisión. Sin embargo, existen casos reales en el reino animal, concretamente en el mundo de los insectos. Lejos de ser un hecho sobrenatural, tienen una explicación perfectamente lógica, y los parásitos suelen ser los principales protagonistas. Comencemos.

Dentro del grupo de los hexápodos, las hormigas parecen ser especialmente sensibles a ser “zombificadas”. Uno de los casos más conocidos ocurre durante el ciclo del trematodo o gusano plano Dicrocoelium dendriticum, parásito del ganado bovino, ovino, porcino y equino. Todo comienza cuando los huevos producidos por los adultos de estos organismos son expulsados a través de las heces de estas reses. En el suelo, son ingeridos por pequeños caracoles terrestres, en cuyo interior desarrollan parte de su ciclo vital. Al transformarse en cercarias, las larvas de estos organismos; se liberan al exterior en forma de pequeñas bolitas pegajosas, a través del moco que producen estos moluscos. Dichas bolitas son consumidas, a su vez, por hormigas de los géneros Lasius o Formica. En el interior de estos himenópteros, las cercarias se transforman en metacercarias infectivas, algunas de las cuales emigran hasta su cerebro. Aquí se enquistan y originan al zombi, puesto que las hormigas pierden completamente su “voluntad”, obligadas a trepar a lo alto de la vegetación que forma el pasto; suicidándose al ser devoradas por el ganado, en cuyo interior, los parásitos completan su ciclo.

Otro caso tiene lugar en las hormigas carpinteras de Tailandia (Camponotus leonardi). Un hongo del Género Ophiocordyceps asume el control del sistema nervioso de las hormigas, lo que provoca que éstas se comporten de manera anómala para ayudar al invasor a reproducirse. Cuando el hongo infecta a un ejemplar, lentamente se va expandiendo por su cuerpo y su cabeza. Al principio la hormiga lleva a cabo su rutina normal, alimentándose e interactuando con el resto de la colonia. Pero a medida que el hongo gana terreno, las hormigas se vuelven zombis, deambulando sin dirección y sufriendo convulsiones, lo que provoca su caída desde lo alto de los árboles hasta el suelo. Una vez aquí, permanecen quietas sobre el sotobosque, el cual presenta unas condiciones de humedad óptimas para que el hongo se reproduzca. Pasados unos días, el invasor hace que su víctima se aferre a una hoja mediante una fuerte contracción mandibular, impidiendo que ésta se desprenda de ella. Al final, el hongo termina matando a la hormiga y sale al exterior a través de su cabeza (ver imagen del encabezamiento). El proceso dura de dos a tres semanas.

Un ejemplo muy espectacular ocurre con las avispas parasitoides del Género Glyptapanteles. Muchas especies de avispas de este tipo depositan sus huevos en el interior de su hospedador, para que sus larvas se alimenten de su víctima. Al atacar a orugas de diversas especies, junto con los huevos, inoculan un virus que actúa sobre el sistema inmunológico de las larvas huésped, evitando así que éste actúe contra los huevos de la avispa. Pero nuestra protagonista va más allá. Al eclosionar los huevos, sus juveniles se alimentan de la oruga, pero sin llegar a matarla. Al final de la fase larvaria, las pupas emergen al exterior y se asientan junto a la oruga. Antes de su liberación, las pupas excretan una sustancia que modifica su comportamiento. La oruga deja de comer y de moverse, arqueándose sobre los pequeños capullos para protegerlos. Si cualquier otro insecto se acerca, este “guardaespaldas zombi” lo expulsará de manera violenta. Cuando las avispas adultas emergen, la oruga muere por inanición y agotamiento.

Existen algunos casos más de estos zombis del mundo animal, aunque aquí hemos recogido los más impactantes. Todos ellos demuestran que con los insectos, y con la naturaleza en general, la realidad supera ampliamente a la ficción.