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La FAO alerta del riesgo de los contenedores flotantes como propagadores de plagas

Vista de contenedores marítimos en el Puerto de Valencia.

31 Agosto, 2016

En muchas ocasiones hemos hablado sobre cómo la globalización es responsable principal, junto con el cambio climático, de la expansión de plagas alrededor del mundo. El aumento del transporte y del tránsito de viajeros entre distintas partes del Planeta, propicia que diferentes tipos de organismos nocivos lleguen hasta los lugares más remotos, pudiendo terminar por colonizarlos. Ello supone uno de los mayores retos a los que se enfrenta el sector de la sanidad ambiental, puesto que constantemente surgen nuevos “enemigos” a los que hacer frente. Si bien hasta ahora habíamos hablado de manera genérica sobre cómo se produce este fenómeno, en el artículo de esta semana vamos a concretar una de las formas más claras por las que se genera este tránsito mundial de plagas. Se trata de los contenedores flotantes de mercancías que transportan los grandes cargueros por mares y océanos.

En este sentido se ha pronunciado recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que afirma que dichos contenedores marítimos son los principales responsables de la propagación de plagas y enfermedades. Incluso llega a calificar sus efectos como “vertidos biológicos”, una gran amenaza a largo plazo, y que no tiene tanta repercusión en la opinión pública como, por ejemplo, los vertidos de petróleo. Según esta organización, el transporte marítimo es la principal vía de entrada de especies invasoras a nuevos hábitats, y los contenedores son utilizados en la mayoría de estas transacciones. En concreto, se estima que cada año se realizan unos 527 millones de desplazamientos de estos elementos en todo el mundo. Sólo China mueve, por si sola, 133 millones de contenedores al año.

Pero no sólo la mercancía que transportan en su interior puede actuar como vector de transmisión de plagas y especies exóticas, sino también los propios contenedores. Prueba de ello son los análisis realizados por las autoridades de Nueva Zelanda, país que cuenta con un vanguardista sistema de bioseguridad e higiene para controlar las mercancías que entran en su territorio. De los más de 100.000 contenedores analizados en los últimos 5 años, y que llegaron vacíos a Nueva Zelanda, el 10 % estaba contaminado exteriormente. Este dato supone el doble de la tasa de contaminación interior. Entre las especies nocivas detectadas se encontraba la mariposa lagarta peluda (Lymantria dispar), el caracol gigante africano (Achatina fulica), la hormiga argentina (Linepithema humile) y el chinche apestoso marrón marmolado (Halyomorpha halys). Todas ellas son ejemplos de plagas que afectan a cultivos, medios forestales y entornos urbanos. Además, hay que señalar que los residuos del suelo presentes en los contenedores también pueden contener semillas de plantas invasoras, nematodos y distintos tipos de fitopatógenos.

El problema es bastante grave teniendo en cuenta que las invasiones biológicas causan daños por valor de un 5% de la actividad económica mundial al año, según determinados estudios. Y los efectos negativos van más allá de la afección a cultivos o a la salud humana. Los organismos invasores además provocan cuantiosos daños materiales, pudiendo llegar, por ejemplo, a obstruir las canalizaciones y detener las centrales eléctricas; caso del conocido mejillón cebra (Dreissena polymorpha). Desde luego su impacto económico es mucho mayor si incluimos otros efectos no menos importantes, pero sí más difíciles de cuantificar, como son los ambientales o la incidencia a los ecosistemas.

Para el control de estas plagas invasoras, la Comisión de Medidas Fitosanitarias, dependiente de la FAO, redactó el año pasado una serie de recomendaciones para animar a las organizaciones nacionales de protección fitosanitaria a reconocer y comunicar los riesgos asociados a los contenedores marítimos. Ello permitirá a los diferentes agentes implicados implementar sistemas que hagan frente a estas amenazas, sin perjudicar por ello a las actividades comerciales. El objetivo final planteado será el desarrollo futuro de una norma internacional que regule todos estos procesos preventivos.