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Riesgos del uso de Bacillus thuringiensis en el control de plagas

Posibles riesgos al usar Bacillus thuringiensis en tratamientos de control de plagas

10 Agosto, 2016

El empleo de biocidas es una herramienta útil para luchar contra todo tipo de plagas. Sin embargo, la aplicación continuada de productos químicos tiene numerosos y contrastados riesgos para la salud y el medio ambiente. Por ello, constantemente se están diseñando nuevas técnicas y métodos alternativos que permitan sustituir, o por lo menos reducir al mínimo posible, el uso de pesticidas en el control de organismos nocivos. Dentro de lo que se conoce como control biológico, una de las más frecuentes, es el empleo de la bacteria Bacillus thuringiensis. Sin embargo, un reciente estudio ha puesto de manifiesto los posibles riesgos que puede conllevar la realización de este tipo de tratamientos.

B. thuringiensis es un bacilo gram positivo que puede encontrarse de forma natural formando parte de la microbiota del suelo. Desde hace unos años existen en el mercado varios productos que presentan concentraciones elevadas de este microorganismo para emplearse como bioinsecticida. En concreto, el poder insecticida de esta bacteria se encuentra en una protoxina que produce cuando tiene lugar su esporulación. Esta sustancia, una glicoproteína de elevado peso molecular denominada d-endotoxina, determina la especificidad de acción de las distintas cepas del bacilo. Por lo general, la bacteria se usa eficazmente en el control de numerosas plagas fitosanitarias. Así, es efectiva contra larvas de lepidópteros, moscas, escarabajos, chinches fitófagos y nematodos que se alimentan de diversos tipos de cultivos. En los tratamientos ambientales no se emplea; esto es, las empresas de control de plagas urbanas no la utilizamos para combatir cucarachas u hormigas. Sí se aplica, sin embargo, en los tratamientos para el control de larvas de mosquito, sobretodo del tigre (Aedes albopictus). Tampoco es útil para la lucha contra plagas de productos almacenados.

Recientemente, la Comisión Europea ha solicitado al Panel de Riesgos Biológicos (BIOHAZ) de la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) opinión científica sobre los riesgos para la salud pública relacionados con la presencia de estos Bacillus en productos alimenticios. Además de pertenecer al mismo grupo bacteriano, existe un gran parecido entre B. thuringiensis y B. cereus. Esta última es una bacteria que puede estar presente en una amplia gama de alimentos y causar enfermedades gastrointestinales en humanos, generalmente con vómitos y diarrea. Esta semejanza hace difícil distinguir a ambos microorganismos en los diagnósticos, impidiendo evaluar correctamente el riesgo de B. thuringiensis de producir dichas enfermedades en los consumidores.

Por ello, el diagnóstico de las intoxicaciones provocadas por Bacillus es difícil de realizar, no existiendo en la actualidad métodos que distingan las cepas patógenas entre estas especies. Al no poder diferenciarlas en los diagnósticos clínicos o en la microbiología de los alimentos, se desconoce la contribución real de las dos especies de bacteria en dichas enfermedades. Algo preocupante teniendo en cuenta que durante el periodo 2007-2014, los Estados Miembros de la UE notificaron 413 brotes alimentarios relacionados con Bacillus, afectando a más de 6.000 personas y provocando unas 350 hospitalizaciones.

La conclusión del informe elaborado por la EFSA a este respecto es que la única manera de identificar las cepas del grupo Bacillus de manera no ambigua es mediante la secuenciación completa de su genoma, de tal forma que recomienda estas técnicas de secuenciación como pre-requisito para la evaluación del riesgo. De esta manera, se conseguirá caracterizar detalladamente las cepas responsables de brotes, permitiendo la diferenciación clara entre B. thuringiensis y B. cereus. Con este método se tendrá también una identificación exacta de las cepas utilizadas como bioplaguicidas. Los expertos recomiendan también la realización de estudios de campo después de la aplicación de todos estos biopesticidas, con la finalidad de fijar intervalos previos a la cosecha.

Esto demuestra que los métodos de control biológico también pueden tener sus riegos, por lo que deben estar perfectamente diseñados y ser seguros. Y no sólo a la hora de liberar microorganismos al medio, sino también otros tipos de organismos como insectos depredadores, que pueden ser incluso especies no autóctonas, cuyos efectos en el medio deben ser perfectamente valorados y controlados.