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Especial verano: plagas de playa

Medusa Cotylorhiza tuberculata, una de las plagas más frecuentes en nuestras playas

3 Agosto, 2016

Durante estos días, una buena parte de los españoles disfrutan de unas merecidas vacaciones. Gran parte de estos veraneantes descansan en alguna localidad situada en los casi 8.000 kilómetros de costa de los que dispone España. Tiempo de sol, playa, chiringuitos y también, de plagas. Sin ánimo de estropearle a nadie unos refrescantes chapuzones, tan necesarios para olvidar momentáneamente el estrés del año y el calor que estos días están soportando ciudades interiores como Madrid, vamos a hablar de algunas de las principales plagas que pueden aparecer en nuestros mares.

Comenzaremos con una de las más conocidas y que más molestias, además de algún que otro daño, provocan. Se trata de las medusas, animales marinos pelágicos, por lo menos en alguna de sus fases, pertenecientes al filo Cnidaria. Básicamente todas disponen de un cuerpo gelatinoso, con forma de campana denominado umbrela, de la que cuelga un manubrio tubular en cuyo extremo se sitúa la boca. En ocasiones, dicho manubrio se prolonga a través de largos tentáculos cargados con células urticantes denominadas cnidoblastos o cnidocitos. Dichas células son las que provocan las picaduras a los bañistas que tienen la mala suerte de rozar o tocar a estos invertebrados. De entre las especies más habituales en nuestras aguas, las hay inofensivas como la conocida medusa huevo frito (Cotylorhiza tuberculata) o Aurelia aurita; otras peligrosas como Pelagia noctiluca y Chrysaora hysoscella. Destaca entre estas últimas Physalia physalis, llamada vulgarmente carabela portuguesa.

Las plagas o proliferaciones de medusas se caracterizan por ser estacionales, entre el inicio de la primavera y finales del verano. Su llegada a las playas depende de múltiples factores como la lluvia, el viento, las corrientes marinas, etc. Las causas de sus incrementos poblacionales no están claras del todo, aunque se apunta a factores climatológicos (menos lluvias y mayor temperatura costera), a la contaminación por hidrocarburos debida a vertidos, o a la sobrepesca, que reduce el número de competidores y depredadores de estos cnidarios.

Otro animal del que vamos a hablar es el denominado pez araña o escorpión (Trachinus draco), de unos 25-30 cm de longitud, de cuerpo aplanado lateralmente y alargado, que habita a lo largo de toda la costa peninsular. Vive en fondos de arena o fango, parcialmente enterrado, asomando sólo la parte superior de la cabeza. Su rasgo más característico es la presencia de unas glándulas venenosas conectadas a espinas de la primera aleta dorsal y el opérculo. Dichas glándulas son un método defensivo frente a los depredadores, pero si un bañista descalzo pisa a unos de estos peces, puede recibir una dolorosa picadura. El veneno tiene efectos neurotóxicos y citotóxicos, aunque es de fácil eliminación. Sus efectos sin embargo, al igual que las picaduras de las medusas, dependerán de la persona y su grado de tolerancia frente a estas sustancias. Sobre esta especie hemos leído recientemente una noticia acerca de una plaga de peces araña que ha causado al menos 400 picaduras en un mes en Punta Umbría, Huelva. En este caso, el aumento de la temperatura del agua ha provocado una mayor concentración del plancton que atrae a todo tipo de organismos de los que se alimenta el pez araña.

El cambio climático también eleva la densidad poblacional de erizos (Echinoidea) y estrellas de mar (Asteroidea). Los primeros han originado problemas de plagas en Canarias, y su superpoblación provoca efectos adversos en los ecosistemas, además de suponer un riesgo para bañistas y buceadores por lesiones directas. En cuanto a las estrellas, en España no se ha dado ningún caso significativo; pero en Australia la conocida como corona de espinas (Acanthaster planci) está poniendo en serio peligro la Gran Barrera de Coral.

Por último, en este repaso de plagas marinas no podemos olvidarnos de algunas especies exóticas invasoras como la babosa Bursatella leachii, procedente del Mar Rojo y presente desde 2008 en el Mar Menor o las algas del género Caulerpa, que afectan negativamente a las praderas de posidonia.