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Una temporada intensa de procesionaria

Plagas forestales Procesionaria del pino

21 Abril, 2014

Un año más se ha repetido en los parques y jardines de nuestras ciudades la imagen del descenso en procesión de las orugas del lepidóptero Thaumetopoea pityocampa, la procesionaria del pino.

El invierno que hemos pasado, con unas temperaturas no demasiado bajas, ha favorecido el desarrollo de este insecto y ha adelantado su aparición.

Esta especie fitófaga de mariposa, cuyo adulto sólo vive 4 o 5 días, se encuentra desde febrero y hasta estos días, en su fase larvaria número 5, que es la que desciende desde los árboles a tierra, en las características hileras que dan origen a su nombre, guiadas siempre por una hembra, para enterrarse en el suelo y pupar. Esta fase de pupación puede durar desde un mes hasta varios años en función de las condiciones ambientales.

Antes de ésto, han pasado por otras 4 fases larvarias después de salir del huevo, alimentándose de las acículas del pino, con hábitos crepusculares y nocturnos. Y es que pueden soportar los rigores del invierno protegidas dentro de sus confortables y resistentes bolsones de seda.

Los daños forestales que ocasionan son graves, siendo la segunda causa de destrucción de nuestros pinares después de los incendios, atacando además a todas las especies de pinos peninsulares y cedros, siendo más peligrosas para aquellas especies de foliación bianual.

A todo esto, se le unen las molestias que ocasionan directamente al ser humano, puesto que al estar las orugas provistas de tricomas urticantes, pueden provocar reacciones alérgicas en personas y animales domésticos, que pueden llegar a tener consecuencias serias.

Por ello, no es de extrañar que en esta época se multipliquen los avisos a empresas de control de plagas y las noticias sobre ellas en los medios de comunicación.