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La grave plaga de jacinto de agua que afecta al Guadiana

Masas de camalote cubriendo el curso del Guadiana

12 Noviembre, 2015

Las especies exóticas invasoras, como hemos visto en numerosas ocasiones, pueden convertirse en auténticas plagas para aquellos territorios que consiguen colonizar. Pero no todas ellas tienen que pertenecer necesariamente al reino animal, sino que las plantas alóctonas también pueden provocar graves problemas. Es lo que está ocurriendo precisamente en Badajoz con la invasión del denominado comúnmente como camalote o jacinto de agua (Eichhornia crassipes). Esta planta acuática, que apareció en la cuenca del Guadiana hace apenas diez años, ha sido capaz de ocupar más de 150 km del río, llegando a colapsar en la actualidad unos 70 km del mismo.

Entre las localidades pacenses de Medellín y Mérida, una pequeña flota de barcos y maquinaria especializada lleva años tratando de luchar contra esta planta invasora. A pesar de que los equipos retiran hasta 450 toneladas diarias del vegetal, la situación está lejos de ser controlada. Desde el año 2006 se han invertido unos 25 millones de euros, pero desde la Confederación Hidrográfica del Guadiana aseguran que no se vislumbra una solución clara a corto o medio plazo. De momento los esfuerzos se centran en evitar su propagación a la presa de Montijo, así como la invasión de los canales de riego que abastecen a los cultivos de arroz y frutales de la zona. También se está trabajando conjuntamente con Portugal para prevenir su aparición en el embalse de Alqueva, el mayor de Europa.

El Jacinto de agua o camalote es una planta perteneciente a la familia Pontederiaceae, procedente de América del sur, concretamente de la cuenca del Amazonas. Utilizada como elemento ornamental acuático para estanques y acuarios, ha sido introducida en más de 50 países de todos los continentes. En Europa, además de en nuestro país, también se ha localizado en Italia y Portugal. Otras citas en España son Cáceres, Alicante, Castellón y Tarragona.

Se trata de un hidrófito flotante herbáceo, provisto de gran número de estolones, que emiten raíces fasciculadas en los nudos. Parece que su dispersión puede ser favorecida por las aves; pero en todo caso, si las condiciones climáticas son las adecuadas, puede duplicar su población en sólo cinco días, reproduciéndose tanto sexual como asexualmente. Su tasa de proliferación es tan elevada que una sola planta es capaz de invadir completamente un lago.

La gran cantidad de biomasa que produce disminuye drásticamente la intensidad de luz que penetra en las masas de agua, reduciendo también, al descomponerse, de forma considerable los niveles de oxígeno disuelto. Sus efectos negativos sobre los hábitats y las especies son claros. Compite con la flora autóctona, mata las poblaciones piscícolas por falta de oxígeno y reduce los lugares de pesca para las aves acuáticas y las nutrias. Además, por su intensa evapotranspiración, disminuye la cantidad de agua almacenada en lagunas o balsas; dificulta la navegación, tapona y atasca los canales, y puede llegar a bloquear las turbinas de las centrales hidroeléctricas. Afecta también al turismo y a la actividad pesquera. Tiene incluso repercusiones sanitarias puesto que esta planta supone un medio ideal para la proliferación de mosquitos.

Los métodos mecánicos de retirada de formaciones de jacinto de agua son los más habituales a la hora de tratar de controlar esta plaga. Con respecto a los tratamientos químicos, hay que tener en cuenta que el número de herbicidas autorizados para aplicar en zonas húmedas es muy reducido, además de los daños que éstos producen en el resto de flora acuática. Por ello, no es aconsejable su uso en zonas naturales.

A pesar de que se trata de un vegetal con una tendencia demográfica muy errática, puesto que ocurren apariciones locales masivas a las que pueden suceder desapariciones repentinas, en función del nivel hídrico y la temperatura ambiental; la situación es preocupante. Y es que resultan impresionantes las imágenes de tramos del río convertidos en masas verdes continuas en las que es imposible ver el curso del agua. 

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