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Una plaga forestal que está protegida

Adulto y larva de Cerambyx cerdo

28 Octubre, 2015

La legislación ambiental es una herramienta necesaria para la conservación de la naturaleza y el medio ambiente. Gracias a ella todavía se pueden disfrutar enclaves naturales o contemplar especies que sin protección habrían desaparecido hace tiempo. Sin embargo, en ciertas ocasiones, esta normativa se aplica de manera errónea o no queda suficientemente definida o delimitada, dando lugar a situaciones verdaderamente paradójicas. Es lo que ocurre precisamente con el caso que exponemos a continuación y que tiene como protagonista al coleóptero Cerambyx cerdo.

El denominado comúnmente como gran capricornio, capricornio mayor o capricornio de las encinas es un escarabajo de gran tamaño, entre 53 y 62 mm de longitud, perteneciente a la familia Cerambycidae, caracterizada por las largas y llamativas antenas que presentan los machos. Se trata de una especie xilófaga, que se alimenta principalmente de la madera de quercíneas (robles, encinas y alcornoques) aunque también se ha citado en otros tipos de árboles.

Las hembras de este insecto depositan sus huevos en la corteza de las ramas o del tronco y al eclosionar, las larvas se internan en el árbol excavando galerías de grandes dimensiones. Tras pasar de dos a cuatro años en su interior, durante el verano, la larva construye una cámara de pupación con salida al exterior, dando lugar a un adulto inmaduro que no emergerá hasta el verano siguiente.

Aunque normalmente se encuentra en madera muerta o en ejemplares de Quercus viejos y debilitados, cuando su población prolifera puede atacar árboles jóvenes y sanos. Al alimentarse de la madera, ramas y tronco quedan vacíos por dentro, pudiendo romperse y desprenderse con el viento. Además, cuando el insecto sale del árbol, derrama la savia al romper los vasos conductores de la misma, debilitando al ejemplar. Por otra parte, las galerías son la perfecta vía de entrada de humedad y hongos, lo que perjudicará definitivamente la salud del árbol. De esta forma, el gran capricornio ha provocado daños considerables en algunos encinares, especialmente en Baleares; pero también en Castilla y León, Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía, constituyendo una auténtica plaga. Los periodos prolongados de sequía y el abandono de los aprovechamientos forestales son factores que provocan el aumento de sus poblaciones.

La paradoja de la situación viene precisamente a la hora de combatir y controlar a la plaga. Y es que este coleóptero es una especie protegida. La UICN lo clasifica como Vulnerable. Además, está incluido en el Anexo IV de la Directiva Hábitats, por lo que se le considera una especie de interés comunitario que requiere de una protección estricta en la Unión Europea. En España en concreto, no está incluido en el Catálogo Español de Especies Amenazadas pero sí en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. La razón de este estatus reside en que en el norte de Europa es una especie escasa, puesto que sus hábitats naturales, minoritarios en estas regiones, han desparecido o se han reducido al mínimo. Debido a la política común europea, esta protección se aplica también en España, donde es una especie relativamente abundante. Tanto que, tal y como hemos visto, en algunas ocasiones adquiere dimensiones de plaga; poniendo en peligro formaciones vegetales tan importantes como los encinares, incluyendo ejemplares centenarios, declarados a su vez como singulares y por tanto protegidos. Esta situación ha provocado las consecuentes protestas, al tener que lidiar los propietarios de fincas y dehesas con una especie plaga a la que no se puede combatir.

Para luchar contra este escarabajo son eficaces los tratamientos selvícolas, incluyendo la poda de los ejemplares y la tala y retirada de aquellos muertos o debilitados. Los tratamientos fitosanitarios globales y no localizados, debido a la forma de vida del insecto y al impacto de los mismos en el entorno, no resultan adecuados. Pero antes que nada, y para poder controlar sus poblaciones allí donde sea necesario, es imprescindible cambiar el nivel de protección de C. cerdo en la Península Ibérica; excluyéndole de la Directiva Hábitats en este marco territorial, tal y como recoge el propio Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.