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La crisis económica también puede originar plagas

La crisis crea plagas

30 Septiembre, 2015

Las causas para que una plaga se desarrolle en una determinada región, pueden ser múltiples y variadas. A veces el origen puede estar en un suceso o hecho que a priori no se relacionaría con dicha plaga. Eso es lo que precisamente ocurrió en una localidad estadounidense a raíz de la crisis hipotecaria que el país norteamericano sufrió a mediados de la década pasada.

En la primavera del año 2007, en la localidad de Bakersfield, capital del condado de Kern (California), y en sus alrededores, tuvieron lugar varios episodios de muertes masivas de aves, cuervos y golondrinas en su mayoría. Posteriormente, durante el verano, y para completar el aparente guión apocalíptico, varias personas tuvieron que ser hospitalizadas con síntomas poco frecuentes que incluían malestar general, fiebre y fuertes espasmos musculares. Lejos de ser una serie de sucesos inexplicables, se descubrió que el responsable de todos ellos era un brote del conocido como virus del Nilo Occidental.

El virus del Nilo Occidental, perteneciente al género Flavivirus, fue aislado por primera vez en el año 1937 en una mujer del distrito del Nilo Occidental en Uganda; posteriormente, se identificó en aves del Delta del Nilo. A partir de ese momento se ha ido extendiendo por distintas regiones del planeta (Europa, Asia y Australia), produciéndose la mayoría de los brotes a lo largo de las principales rutas migratorias de las aves. En 1999 apareció por primera vez en EEUU y desde ahí se ha propagado a otras regiones de América.

El virus se trasmite a través de la picadura de un mosquito, siendo sus vectores principales las especies del género Culex, fundamentalmente C. pipiens. Las aves son reservorios del virus, aunque también se ven afectadas por el mismo, sobre todo las americanas; mientras que el hombre u otros animales como el caballo, son hospedadores finales, por lo que no trasmiten la infección. Con respecto a los síntomas de esta enfermedad, en un 80% de los casos es asintomática; mientras que en el 20% restante se produce la conocida como fiebre del Nilo Occidental, que puede evolucionar a afecciones más graves como la encefalitis o la poliomielitis, sobretodo en personas inmunodeprimidas.

Desde su llegada a EEUU, se han ido produciendo brotes del virus a lo largo de todo su territorio, pero el que tuvo lugar en Bakersfield ese año fue particularmente sorprendente. Se contabilizaron hasta 140 casos de enfermos sólo durante el verano, lo que representó un incremento del 280% con respecto al año anterior, llegando a morir 27 personas [1]. Todo ello en un año muy caluroso y seco, por lo que las condiciones no eran propicias para un aumento en el número de mosquitos, lógicamente por falta del ambiente de cría de estos insectos, el agua. La alarma saltó y el entonces Gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, llegó a declarar el estado de emergencia en el condado. Se realizaron intensas campañas informativas para proteger a la población de las picaduras y se efectuaron varios tratamientos químicos aéreos sobre la zona.

Posteriormente, un equipo de control de mosquitos y otros vectores de la Universidad de California se desplazó a la zona para tratar de averiguar las razones de este insólito brote. Lo que descubrieron fue que la grave crisis hipotecaria que había sufrido el país en 2006 había inundado la región de casas abandonadas, puestas a la venta o embargadas. Decenas de hogares desocupados, con sus correspondientes piscinas en las que aún quedaba agua estancada, lo que originó un hábitat ideal para la proliferación de mosquitos. El grupo de investigadores encontró más de 4.000 larvas de mosquitos infectadas en sólo 31 piscinas abandonas. La crisis económica resultó ser la causa principal de la plaga.

Misterio resuelto; aunque la historia nos enseña la importancia del diagnóstico de situación en el control de plagas, puesto que es imprescindible conocer el origen y las causas del problema antes de realizar cualquier tratamiento. 

[1] Stuclker, D.; Basu, S. Por qué la austeridad mata. El coste humano de las políticas de recorte. Taurus. 2013.