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La paradoja de las plagas de conejo que afectan al campo

El conejo de monte como plaga agrícola y especie amenazada

29 Julio, 2015

Desde hace unos años, en diversas zonas de la geografía española, especialmente en las dos Castillas, se repite una misma escena: los agricultores locales denuncian la existencia de plagas de conejos que dañan a sus cultivos. El caso más reciente lo encontramos en Quintanar de la Orden, en la provincia de Toledo, cuyos labradores han solicitado ayuda urgente al ayuntamiento y a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha para tratar de solucionar el problema. Y es que existe un gran temor a que estos animales terminen afectando a la cosecha de uva; más teniendo en cuenta que queda poco más de mes y medio para la vendimia.

En aquellos lugares donde estos pequeños lagomorfos se han convertido en una plaga, se han visto afectados seriamente los cultivos de cereal, la vid y el olivar. Desde las asociaciones agrarias afirman que las pérdidas económicas provocadas por los conejos pueden suponer alrededor de un 40% de la producción total de cereal o un 30% para el caso de las uvas. Hasta ahora, las acciones para el control de estas plagas se han limitado a la caza de ejemplares, aumentando el cupo de capturas o ampliando el periodo de tiempo en que esta especie puede cazarse. Dichas actuaciones no parecen haber sido suficientes y el problema en muchas regiones persiste en el tiempo.

El conejo de campo (Oryctolagus cuniculus) no es una especie a la que, a priori, asociemos con las plagas. Originarios al parecer de la Península Ibérica, siempre han sido muy abundantes. Tal es así que son un elemento clave del ecosistema mediterráneo, siendo la presa básica de gran cantidad de depredadores de nuestra fauna, sus controladores naturales. Sin embargo, la llegada de varias enfermedades, la mixomatosis primero a mediados del siglo XX, y la enfermedad hemorrágico-vírica después, a finales de los 80s, provocó que sus poblaciones fueran diezmadas. El resultado para la especie, según algunas estimaciones, es que la combinación de ambas enfermedades redujo su abundancia en más de un 50%, incluyendo algunas extinciones locales. La situación persiste en la actualidad con brotes esporádicos de la EHV. Todo esto ha llevado a catalogar al conejo de monte como Especie Vulnerable para España según la UICN.

Resulta por tanto paradójico que, mientras que en algunas zonas de la Península el conejo se ha convertido en un animal escaso, poniendo en peligro la subsistencia de especies emblemáticas como el lince ibérico o el águila imperial ibérica; en otras su abundancia está causando importantes problemas. Y no sólo en el campo. En algunas ciudades como Madrid, el conejo ha pasado a formar parte de la fauna local, y puede ser observado habitando multitud de taludes de carreteras, descampados y eriales e incluso algunos parques urbanos. Sin olvidar lo interesante que resulta que una especie silvestre colonice nuestro entorno, hay que señalar también que una superpoblación de estos animales puede provocar, por ejemplo, situaciones de peligro para los conductores, al atravesar éstos las vías. Además, hay que tener en cuenta que es uno de los reservorios del protozoo causante de la leishmania, que puede afectar también al hombre. Precisamente, desde el año 2010 persiste un foco de esta enfermedad en el entorno de la localidad madrileña de Fuenlabrada, responsabilizándose como causa del mismo a la abundancia de liebres y conejos en la zona (ver artículo).

En Andalucía, donde también ocurre esta dualidad, la Conserjería de Medio Ambiente de la Junta ha informado recientemente que se aplicarán medidas para controlar las poblaciones de conejos allí donde sea necesario; no sólo mediante la gestión de su caza, sino también con capturas en vivo y posteriores sueltas con el objeto de repoblar otros lugares donde la especie sea escasa. Al mismo tiempo, en aquellas áreas en las que el lagomorfo esté desapareciendo, se impondrán restricciones a los cazadores (ver noticia relacionada).

Un ejemplo de como una especie amenazada puede convertirse en plaga, ambas circunstancias consecuencia directa de la acción del hombre. Su control requerirá que se apliquen las medidas adecuadas para la gestión de una especie con tanta importancia desde el punto de vista ambiental y también económico.

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