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La efímera plaga de los siete dí­as

Los quironómidos, ejemplo de plaga urbana por formar grandes enjambres

24 Junio, 2015

En esta época del año, con la subida de las temperaturas, y gracias también a las últimas precipitaciones, tiene lugar un acontecimiento que perturba durante un breve periodo de tiempo la vida de los habitantes del entorno de la Albufera de Valencia. Se trata de la aparición de numerosos enjambres de los conocidos en la zona como rantelles, insectos dípteros denominados quironómidos, puesto que pertenecen a la familia Chironomidae. Esta peculiar plaga se origina al convertirse en adultos, mediante el proceso de metamorfosis, las larvas que han estado viviendo en el fango de las aguas del entorno de este paraje natural.

Aunque puedan confundirse con mosquitos, no lo son, puesto que a diferencia de los aparentemente parecidos culícidos (Culicidae), los machos presentan unas antenas plumosas; su abdomen sobrepasa la longitud de sus alas; carecen de escamas en las mismas y sus piezas bucales no son alargadas, por lo que no disponen de la característica trompa succionadora de los anteriores. Este último aspecto indica que no se alimentan de sangre, no pican, por lo que su incidencia en la salud pública es mínima. Son conocidos vulgarmente como moscas de los lagos.

Por tanto, los efectos en la población local se reducen a las molestias causadas al penetrar estos insectos voladores al interior de hogares y locales, causando cierta alarma social al moverse en numerosos enjambres y confundirse con los citados mosquitos, algo impropio por otro lado de éstos últimos.

Sin embargo, los quironómidos sí son considerados una seria plaga para los cultivos de arroz, puesto que las larvas, en su tercer y cuarto estado de desarrollo, se alimentan de la semilla y las raíces de las plántulas, causando de esta forma importantes pérdidas económicas. El problema se ha agravado en los últimos años al prohibirse en los arrozales, por parte de la UE, el uso del malathion, un insecticida organofosforado, lo que ha incrementado las poblaciones del insecto. Para el control de la plaga es útil evitar las siembras tardías, adelantando la fecha de inundación de las parcelas destinadas al cultivo, con el objeto de no hacer coincidir el momento de mayor susceptibilidad de las plántulas con los niveles poblacionales elevados de estos dípteros.

Los quironómidos no sólo se encuentran en zonas húmedas como la Albufera de Valencia, sino que son insectos relativamente frecuentes en ciudades como Madrid. En ellas, encuentran su hábitat en los lodos o sedimentos de ríos, arroyos, estanques o instalaciones de depuración. A pesar de ser inofensivos, los ayuntamientos suelen realizar diversas acciones para su prevención y control, como los tratamientos mediante pulverización de Bacillus thuringiensis sobre las superficies de agua o la aplicación de repelentes biológicos en el perímetro de los entornos urbanos más pequeños. El empleo de productos químicos es desaconsejable en este caso, debido a los efectos negativos ocasionados en el entorno. Medidas estructurales como la instalación de mosquiteras reducen las molestias urbanas causadas por estos dípteros. La acción de sus depredadores naturales (golondrinas, vencejos, murciélagos, peces, etc.) puede ayudar a controlar sus poblaciones.

A pesar de todo ello, el corto ciclo de vida de los quironómidos, de apenas una semana, hace que la abundante presencia de estos insectos, sólo tenga lugar unos pocos días al año; de ahí que se la conozca como la plaga de los siete días.

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